jueves, 31 de mayo de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 37.


Antes de nada, perdón por no haber subido antes, pero estaba completamente desconectada después de los exámenes jajajajaja. Intentaré subir estos días y a medidados de junio empezar la de Liam. ¡Besitos!


NARRA HARRY.
Ya habían pasado varios días desde que llegamos a América, aquí todo pasaba mucho más rápido, no había un solo momento en el que no tuviéramos algo que hacer, siempe estábamos ocupados: conciertos, entrevistas... Pero siempre que tenía algo de tiempo para relajarme su recuerdo venía a mi cabeza, en más de una ocasión había sentido la tentación de llamarla y perdirle perdón, de saber cómo estaba, qué hacía, si me echaba de menos... Pero no, era mejor así, ella tenía que olvidarse de mí y yo, bueno, yo al menos intentar olvidarla.
Louis no había dejado de insistir en que le contara por qué la había dejado y finalmente, tuve que hacerlo.
 - ¿Por qué la dejaste? ¿Piensas contármelo algún día o tendré que esperar a leer tus memorias?
 - ¿Por qué insistes tanto? ¿Qué más te da?
 - Oh, vamos, sabes que no eres el mismo desde hace unos días, ni siquiera me miras con deseo...
 - Oh, Tomlinson, sabes que nada cambiará mi amor por ti.
 - Styles, habla. -dijo con tono serio.
 - Bufff... -suspiré- ¿Te ha contado lo que pasó con su madre?
 - Sí, claro, me lo dijo ella, me lo contó Sam... ¿Por qué?
 - Siento que todo eso pasó por mi culpa, es como si yo la hubiera llevado a que la madre la traicionara.
 - ¿Eres tonto? ¿Por qué dices eso?
 - Porque yo insistí para que la perdonara, para que le diera otra oportunidad y si yo no hubiera insistido, nada de eso habría pasado. Tenía razón su tío, solo le hice daño.
Eso era lo que pensaba, Simon se lo había advertido y ella había hecho oídos sordos, pero era así.


NARRA GABRIELLA.
Desde que se habían ido no había podido dejar de pensar en él, cada cosa me recordaba a él y si no, ya se encargan las revistas y la televisión de que no lo olvidara.
Nada más irse, hablé con mi tío y le pedí que me ayudara a encontrar un piso donde vivir sola, al principio fue difícil convencerlo y también fue difícil explicarle que Harry no me había hecho nada malo, lo último que quería era crearle más problemas a Styles, al fin y al cabo, la que decidió hacerse cargo de sus actos con él fui yo.
No tardamos mucho en dar con el piso perfecto, estaba en pleno centro, todo me quedaba relativamente cerca y tenía a la mejor compañera del mundo: Sam. Había costado, pero finalmente sus padres aceptaron cuando mi tío prometió hacerse cargo de todos nuestros gastos.
Era un jueves por la mañana, me había despertado más tarde de lo normal porque algo me había impedido conciliar el sueño con tranquilidad. Llevaba una hora sentada en la mesa de la cocina revolviendo el azúcar en un café que estaba a punto de congelarse.
 - ¿En qué piensas? -dijo Sam entrando en la cocina y devolviéndome a la realidad.
 - En nada.
 - Pues para no pensar en nada tenías cara de preocupación.
 - No sé, no sé que me pasa, es como si tuviera la sensación de que va a pasar algo.
Me miró con un gesto escéptico y se sentó en la mesa frente a mí con su taza entre las manos.
 - ¿Qué? ¿Por qué me miras así?
 - No sé, estás más rara de lo normal últimamente. Creo que deberíamos salir de fiesta.
 - ¿Otra vez? No me apetece.
 - ¡Pero si hace más de un mes que no salimos!
 - ¿Un mes?
 - Bueno, quizás solo una semana...
 - Empezaba a pensar que me estaba volviendo loca. -sonreí.
 - Si sigues encerrada lo acabarás estando. ¿Y de compras? ¿No quieres ir de compras?
Sonreí y puse los ojos en blanco mientras encendía la televisión.
 - Anda, mira, tu novio. -dije burlonamente.
 - Está más delgando, ¿verdad? Seguro que no les dan bien de comer...
 - "Parece que la banda no solo está triunfando profesionalmente, hay fotos de la que podría ser la nueva presa de Harry Styles, que anteriormente habría estado con la sobrina del prestigioso Simon Cowel..."
 - Vaya, pensaba que tenía nombre propio. -ironicé- ¿Nos vamos de compras entonces?
Sam me inspeccionaba con la mirada, supuse que buscaba algún ápice de tristeza o algo que me delatara, pero me había propuesto no mostrar mis sentimientos nunca más, antes de llegar a Londres no los mostraba y me había ido mejor que nunca.
 - ¿Sam? ¿Vamos o no?
 - Emmm..., sí, sí, vamos.
Salí de la cocina mordiéndome los labios para no llorar y me encerré en mi baño, donde por fin solté todo bajo los chorros de la ducha. Harry me había sustituído en menos de dos semanas.

sábado, 12 de mayo de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 36.


NARRA HARRY.
Vi como se levantaba, vi como sus ojos verdes se llenaban de lágrimas, pude ver todo lo que sentía con su mirada, pude ver como la había roto en mil pedazos...
Me sentía la basura más grande del mundo, pero era lo que debía hacer, nunca debía haber intentado volver con ella. Solo le hacía daño.
En el momento en el que escuché lo que había pasado con su madre, me sentí culpable, ella le había dado una oportunidad por mi insistencia y cada vez veía más claro lo que había dicho Simon: Yo solo le hacía daño.
No podía decirle todo eso, ella intentaría convencerme de lo contrario y no la dejaría, volvería a hacerla daño y quizás sería peor. Era mejor así, yo me iría a USA, ella se quedaría aquí y aquel tiempo quizás le ayudaría a superarlo todo, pero si algo tenía claro es que yo no lo superaría nunca.
Después de que ella se fuera del restaurante, volví a casa, por un momento pensé en buscarla y asegurarme de que no haría nada, pero di por hecho que era demasiado inteligente para hacerlo.
 - ¿Qué haces aquí? -me preguntó Louis que estaba en el sofá abrazado a Sam.
Hice un gesto con la cabeza y los dejé solos, tenían que aprovechar el poco tiempo que les quedaba antes de irnos.
Entré en mi habitación y me acosté boca arriba en la cama, estuve varias horas mirando el techo y recordando cada momento con Gabriella sin poder evitar que las lágrimas recorrieran mi rostro. Nunca encontraría a nadie como ella, pero ella no se merecía que alguien como yo le hiciera daño.
Después de escuchar como la puerta de la habitación de Louis se cerraba, salí de la mía y me dirigí a la cocina en busca de algo para comer, pero cuando estaba a punto de llegar al final de pasillo escuché como se abría la puerta de la calle.
Enseguida la casa se iluminó y me descubrió parado en medio del pasillo mirándola. Nada más verme, suspiró y pasó a mi lado sin decir nada. Un nudo en la garganta me cerró de repente el apetito y decidí salir a tomar el aire.

NARRA GABRIELLA.
Desde el momento en el que había salido de aquel restaurante, no podía dejar de darle vueltas a todo lo ocurrido, no entendía nada, no entendía como mi vida que hace 3 días había cobrado un poco de cordura, se había desmoronado completamente. Primero Grace y ahora Harry.
Había estado toda la tarde dando vueltas por la ciudad, lo único que no quería era ver a Harry, pero cuando ya estaba todo demasiado oscuro y las calles habían dejado de ser calles, decidí volver a casa.
Todo estaba a oscuras, como si todos hubieran conciliado el sueño, incluso Harry. Me preguntaba qué sería lo que pasaba por su cabeza en aquellos momentos, si sentía al menos algo de pena... Claro, pena por mí. Un sonrisa irónica se dibujó en mi cara, pero nada más encender las luces, pude verlo parado en medio del pasillo observándome.
Entré en mi habitación y pensé toda la noche en lo que debía hacer, no quería ser una molestia y no quería tener que ver a Harry todos los días de mi vida, así que decidí buscar un piso y vivir yo sola, ya llevaba bastante tiempo allí y mi tío no pondría objecciones, le explicaría los motivos cuidadosamente para que no le dijera nada a ellos y desaparecería por completo de la vida de Harry.


Es cortito, lo sé, pero es que es mi última semana de clase y estoy estresadísima! Jajaja Un besito :)

miércoles, 9 de mayo de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 35.


Harry no se había vuelto a acercar a mí más de lo necesario en los dos últimos días, desde el momento en el que le había contado lo sucedido con mi madre, se dedicaba a esquivarme o a pasar el mínimo tiempo posible conmigo. Aunque la mayor parte del tiempo, él y Louis, se la pasaban preparando la gira con ensayos y reuniones. Solo quedaban dos días para que se marcharan.
 - ¿Qué pasa, Gabs? -me preguntaba mentalmente.
Llevaba más de dos horas en aquella cama intentando dormir, pero empezaba a darlo por imposible, mi cabeza no dejaba de pensar en Harry y en su comportamiento de los últimos días, pero pasadas las 5 de la mañana, mi mente desistió en la idea de buscar algún motivo y el cansancio de mi cuerpo venció y caí dormida.
 - Gabs. -era su voz.
Me revolví en la cama, seguramente sería un sueño y volví a acomodarme.
 - Gabs, despierta.
Esta vez noté como unas manos se posaban sobre mi cuerpo y lo zarandeaban suavemente. Abrí un ojo y pude verlo. Mi gesto originó una pequeña sonrisa en su cara.
 - Venga, despierta. - repitió.
Esta vez abrí los dos ojos y le sonreí yo a él.
 - ¿Qué haces aquí? -dije reincorporándome.
 - Hoy no tengo ensayo, nos han dejado el día libre y he pensado que podíamos pasarlo juntos. ¿Te apetece?
 - Vale... ¿Me ducho y vamos?
 - Sí, iré a cambiarme.
Salió de la habitación camino a la suya y yo me levanté para ducharme y arreglarme un poco.
De un momento a otro, mi ánimo que llevaba varios días por los suelos, aumentó notablemente. Todo parecía haber vuelto a la normalidad.
 - ¿Has acabado? -preguntó asomándose por la puerta.
Asentí y tras coger mi abrigo y mi bolso, me acerqué a la puerta para salir, pero él se posicionó frente a mí y me besó lentamente.
 - ¿Nos vamos? -dijo tras separarse.
 - ¿A dónde?
 - No sé, podemos ir a comer y después a pasear...
 - ¿A comer? -cuestioné.
 - Gabs, es casi la hora, ¿te acostaste muy tarde ayer?
En ese momento comprendí que cuando me despertó debía ser más tarde de lo que pensaba, pero decidí no decirle la verdad.
 - No, que va.
Salimos de casa y nos encaminamos hacia un restaurante del cual no dejaba de hablar.
Nada más llegar a dicho restaurante, pidió una mesa y tras pasarnos un buen rato hablando de mis estudios, comenzó a ponerse nervios y empezó una conversación que desearía no haber tenido nunca.
 - Gabriella, tengo que hablar contigo. -dijo mirando fijamente su plato.
 - ¿Qué pasa?
Levantó la mirada, suspiró y clavó sus ojos en los míos. Aquella mirada me provocó un escalofrío enorme que recorrío mi espina dorsal de arriba abajo.
 - Mañana me voy...
 - Lo sé, ¿por qué lo dices? -dije sin comprender nada.
 - No me lo pongas más difícil...
 - ¿Más difícil, Harry? ¿Qué quieres decir?
Volvió a suspirar y a posar su mirada en el plato.
 - No creo en las relaciones a distancia.
Aquellas palabras calleron sobre mí como un jarro de agua fría. No entendía nada, no entendía por qué había mantenido toda una mentira tanto tiempo.
 - Harry, solo son unos días...
 - Es bastante tiempo, Gabriella. No me lo pongas más difícil. Es mejor para los dos así.
Busqué su mirada, pero continuaba clavada en su plato, ni siquiera me lo había dicho mirándome a los ojos, ni siquiera parecía importarle todo lo que me estaba diciendo.
De repente sentí la necesidad de salir corriendo de allí. No quería escucharlo, no quería seguir allí a su lado, no quería ni podía, así que me levanté sin hacer a penas ruido y salí de aquel restaurante lo más rápido que pude.
En mi cabeza solo había un pensamiento: Harry había estado todo aquel tiempo alimentando una mentira. Él no me quería.

lunes, 7 de mayo de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 34.


 - Hola cariño, no… bueno, es Grace. Si, vale, te espero aquí.
 - ¿Qué te ha dicho? ¿Por qué no se lo has contado ya?
 - ¿Por teléfono? – repliqué.
Ella no contestó y se acercó lentamente a mí, rodeando sus brazos por mi cuello y proporcionándome un cálido abrazo.
 - Si necesitas algo, llámame. Estoy disponible las 24h del día.
 - ¿Cómo las putas? -bromeé.
 - En efecto, pero solo para ti.
Salí de la casa de mi amiga un tanto insegura, nunca me había gustado contar mis problemas y prefería ocultarlos con mentiras para que nadie se preocupara.
 - ¿Gabriella? -una voz bastante familiar sonó a mis espaldas.
Nada más girarme, me encontré con la mirada de un viejo amigo.
 - ¿Mike? ¿Qué haces aquí?
 - La pregunta es: ¿Qué haces tú aquí?
Abrió los brazos y me acerqué a él para abrazarlo. Hacía más de dos años que no sabía nada de él, yo me había ido a vivir a América y él había estado de viaje de estudios por toda Europa.
 - ¿Cuando has vuelto? -me preguntó.
 - Hace un par de meses, estoy viviendo con... Bueno, con unos amigos. ¿Y tú? ¿Has venido a ver a Sam?
Mike, Sam y yo, siempre habíamos sido una piña, si uno estaba mal, los otros dos hacían cualquier cosa para animarlo, si uno tenía un problema, los otros dos lo ayudaban hasta solucionarlo... Pero las circunstancias nos habían separado.
 - Sí, he venido a verla. ¡Como has cambiado! Ya no pareces aquella pequeña cría mimada.
Él también había cambiado mucho. Lo recordaba como un chico más bajo que yo, pelirrojo y con la cara repleta de pecas, pero ahora era mucho más alto que yo, las pecas habían disminuído y tenía una sonrisa preciosa.
 - Cualquiera diría que fuéramos amigos... -bromeé.
 - Sabes que siempre lo pensé aunque lo fuéramos. Pero bueno, ¿a donde vas?
 - Estoy esperando a que venga mi novio a recogerme.
 - ¿Tu novio? Sí que has crecido, sí. ¿Dónde quedó aquella chica que odiaba el amor?
 - Con él es diferente, Mike, es perfecto. -no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mi rostro.
En ese momento, un coche se paró delante de la puerta de la casa de Sam, de donde todavía no me había movido y pude reconocerlo como el coche de Harry, rápidamente.
 - Bueno, ya han llegado a por mí. Nos veremos, ¿verdad?
 - Cuando tú quieras, siempre estoy disponible para ti.
Me acerqué a él y lo volví a abrazar. Los abrazos de Mike eran los mejores abrazos del mundo y dos años sin ellos habían hecho mella en mí.
Me separé y entré en el coche.
 - Hola, cariño. -dije.
 - No pareces disgustada... ¿Quién era ese?
 - ¿Estás celoso, Harry Styles? -bromeé.
 - No, pero simplemente me preocupo... ¿Quién es? -repitió.
 - Un amigo mío y de Sam, lo conozco desde que éramos pequeños. No tienes de qué preocuparte.
 - En realidad sí tengo, ¿qué ha pasado con Grace?
En ese momento recordé todo lo que había pasado con ella, el reencuentro con Mike lo había hecho pasar a un segundo plano y no me había acordado de ello.
 - No quiero volver a verla... -susurré.
 - ¿Quieres que lo hablemos en un sitio más tranquilo?
Asentí suavemente y los dos nos dirigimos hacia algo parecido a un descampado desde donde se veía gran parte de la ciudad.
 - ¿Y bien? -inquirió.
Me suspiré armándome de valor y comencé a relatarle todo lo ocurrido con mi madre, absolutamente todo lo que había pasado.
 - Lo siento... -dijo.
Esperaba que me abrazara y que me dijera que me quería, pero lo único que hizo fue quedarse en silencio con la mirada perdida. Estuvimos más de media hora los dos en silencio, mirando al frente sin decir nada.
 - ¿Podemos irnos a casa? -dije con la voz rota.
Asintió sin mirarme y entró en el coche.
Todo el trayecto fuimos sin decirnos nada, era un silencio incómodo y vacío, un silencio que nunca había existido entre nosotros.
Llegamos a casa cuando la noche ya se cernía por completo sobre Londres, era muy tarde.
Continuamos en silencio hasta llegar a casa, y una vez dentro, se acercó a mí y besó mi cabeza.
 - Buenas noches, Gabs.
Me quedé parada, sin saber qué hacer, ni qué pensar, observando como se perdía entre la oscuridad del pasillo y escuchando como cerraba la puerta de su habitación tras él.



Siento haber tardado tanto, pero es que 2º de bachillerato me está matando con tanto examen. ¡SUERTE A LAS QUE TAMBIÉN TENGÁIS! Un besito :)

martes, 1 de mayo de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 33.


 - ¿Qué ha pasado?
 - ¿Puedo pasar?
Sam se hizo a un lado y me dejó pasar.
 - Vamos a mi habitación.
Las dos entramos en su habitación y yo me senté en su cama.
 - ¿Y bien? -insistió.
 - ¿Qué tal con Louis? ¿Qué habéis hecho?
Me miró con desaprovación, pero las ganas de contarme absolutamente todo a cerca de su viaje, fueron mayores y comenzó a relatarme todo lo que habían hecho.
 - Es perfecto... -suspiró tirándose en la cama.
 - Con eso no me cuentas que habéis hecho...
 - A ver... El viernes por la mañana, habíamos quedado a las 12 de la mañana en mi casa, él pasaría a buscarme y ya nos iríamos, pero llegó mucho antes de tiempo solo para  despertarme y llevarme el desayuno a la cama. ¿No es un amor?
 - ¿Y luego? ¿Os fuisteis directos a Doncaster?
 - Error. Yo también pensaba que pasaríamos los dos días allí, pero no, se encargó de prepararme uno de los mejores días de mi vida.
 - ¿A dónde fuisteis?
 - Me llevo a la montaña. Alquiló una cabaña en la montaña, cerca de un establo. ¿Te puedes creer que sabía que una de mis pasiones es montar a caballo?
 - ¿Una de tus pasiones es montar a caballo?
 - ¿Ves? ¡Es increíble! Nadie lo sabía...
 - ¿Tus padres?
 - No los conoce...
 - Igual probó a suertes... Pero, ¿enserio es una de tus pasiones?
 - Bueno..., quizás antes no..., pero ahora sí.
No pude evitar reírme. Sabía que era imposible que no lo supiera.
 - ¿Y vosotros? ¿Qué hicisteis? -me preguntó.
 - No, termina de contarme. ¿Y después?
 - A ver, me despertó, compartimos el desayuno, me vestí, acabé la maleta, llevó mi maleta hasta su coche, nos subimos al coche, estuvimos una hora hasta llegar a la cabaña... Y bueno, allí, ya sabes...
 - Sí, mejor puedes ahorrarte ese tipo de detalles...
 - Bueno, después de pasar la tarde del viernes y el sábado en la montaña, volvimos a subir al coche y fuimos a comer a Doncaster... ¡Qué vergüenza!
 - Oh, ¿conociste a Jay?
 -  Sí, es guapísima, y Lottie, Fizzy, Phoebe y Daisy, son preciosas.
Me alegraba mucho oír aquello, la familia de Louis la había tratado como se lo merecía, y ella era realmente feliz. Se podía ver en sus ojos.
 - ¿Y vosotros? ¿Qué hicisteis? -repitió la pregunta.
 - Me llevó a Bournemouth.
 - ¿A dónde? ¿Ahí no hay playa?
 - Sí, a la playa. Compró una casa para los dos, ¿te lo puedes creer?
 - ¿Qué? ¿En serio? Oh, dios mío. ¿Y qué hicisteis? Bueno, ya, ya sé, no me lo cuentes.
 - Eres tonta... -reí.
 - Pero, ¿qué te pasa? ¿No estás contenta?
Por un momento había olvidado que el motivo que me había llevado a llamar a Sam repentinamente, había sido aquel momento en el hospital.
Después de que Sam insistiera, resumí todo lo que había ocurrido brevemente, y nada más acabar, mi teléfono comenzó a sonar.
 - ¿Quién es? -preguntó Sam.
 - Es Harry.
 - ¿No vas a contestar? Dile lo que ha pasado.
Antes de que pudiera contestar Sam me quitó el teléfono de las manos.
 -¿Harry? Nono, soy Sam. Sí, ¡HOLA!

No pude evitar soltar una risa al ver la cara de mi amiga hablando por teléfono, pero al recordar porque había echo eso, me lancé sobre ella y le quité el teléfono de las manos.