domingo, 30 de diciembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 14.


 - ¿Y bien? -pregunté girándome para mirar a Liam.
Él estaba apoyado en el coche con las manos en los bolsillos observándome detenidamente.
 - ¿Te lo has pasado bien? -preguntó.
Lo miré con una amplia sonrisa y él levantó las cejas.
 - ¿No piensas contestarme?
 - ¿No te dice nada mi sonrisa?
Soltó una gran bocanada de aire y sonrió mirando al suelo.
 - Pero bueno, ¿era eso lo que querías hablar conmigo? -repliqué.
 - No, quería agradecerte todo lo que estás haciendo por mí.
Aquellas palabras me habían sorprendido, no entendía a qué se refería. Yo no había hecho nada  por él.
 - ¿Agradecerme? ¿Agradecerme por qué?
 - Por estos días. No sé, necesitaba tener contacto con alguien normal. Alguien de fuera de todo este mundillo que me rodea.
Aquellas palabras me hicieron sonreír.
 - Tú también eres normal, Liam. Y en tal caso debería agradecerte yo a ti todo lo que has hecho por mí... Ella está más feliz que nunca, y lo de hoy con mi hermana...
 - Eh, a mí no me cuesta nada hacer eso, en cambio a ti sé que no te gustan para nada los famosillos. Tú misma me lo has dicho.
No pude evitar soltar una risilla nerviosa, recordando el día que lo había conocido y como lo había tratado al salir del hospital.
 - Perdón por lo que te dije aquel día.
 - No hay nada que perdonar. De hecho, me encantó que me trataras así. Me demostraste lo importante que es Ella para ti.
 - No te imaginas cuanto...
Los dos nos quedamos en silencio pensativos, pero aunque no era un silencio incómodo, me vi obligada a interrumpirlo al recordar todos los exámenes que me esperaban esa semana.
 - Bueno, será mejor que entre. Todavía tengo mucha que estudiar.
Me acerqué a él y deposité un cálido beso en su mejilla.
 - Gracias por lo de hoy, Liam.
Giré sobre mí misma para encaminarme hacia la puerta de mi casa, pero él me agarró del brazo.
 - Espera, tengo que decirte algo.
Lo miré confusa y esperé que continuara, pero no lo hacía, se limitaba a mirarme intensamente como si su mente estuviera en plena batalla.
 - ¿Liam? -dije confusa.
 - Nos vamos un par de semanas a USA.
No entendía por qué, pero saber aquello había caído sobre mí como un gran cubo de agua fría.
 - Ah..., ¿de promoción? -logré decir.
 - Sí. Te llamaré algún día para contarte como van las cosas por allí y para que tú me cuentes como va Ella, ¿vale?
 - Vale. Pero llámame, ¿eh?
 - Lo haré.
Volví a acercarme a él, pero esta vez, él me rodeó con sus brazos y me apretó con fuerza contra su cuerpo.
 - Pásalo bien. -susurré en su oído.
 - Suerte en los exámenes. -me respondió él soltándome.
 - Como no entre ya, voy a necesitar mucho más que suerte.
Los dos reímos y él se incorporó para dar la vuelta al coche y meterse en el asiento del copiloto, arrancó el coche y despidiéndose con la mano, desapareció por la carretera.
Los días siguientes fueron eternos, estaba agotada entre tantos exámenes y tanto estudiar, y aún por encima, no dejaba de esperar la llamada de Liam que no aparecería. Estaba empezando a volverme loca.
Por fin había llegado el último examen, más de una semana después, y con ello la peor tarde de estudio de todas.
 - Cariño, nos vamos a casa de la abuela para que puedas estudiar tranquila. Juls viene con nosotoros. Si necesitas algo, ya sabes, llámanos.
 - Vale, mamá. Pasadlo bien.
Aproveché que estaba sola para bajar a estudiar a la mesa del salón, que era muchísimo más grande que mi escritorio y podía tener todos los papeles esparcidos a mi gusto.
Llevaba ya más de una hora repasando apuntes, cuando escuché que mi móvil comenzaba a sonar, pero no lo divisaba sobre la mesa. Los nervios de no encontrarlo y de imaginarme que sería Liam, me volvían más torpe. Cuando por fin lo divisé, me lancé hacia él como de una presa se tratara.
 - ¿Liam? -contesté sin mirar.
 - Sí que te ha dado fuerte con el famosillo.
 - Ah, eres tú Nate, ¿qué quieres?
 - ¿Qué pasa? ¿No te hace ilusión que te llame tu mejor amigo?
 - Eres tonto. Estaba estudiando, cosa que tú también deberías estar haciendo...
 - Eh, eh, eh, déjame descansar. Mañana hay una fiesta. Vendrás, ¿verdad? No te puedes negar, es el fin de exámenes.
 - ¿Si me niego vendrás a matarme?
 - No, pero te dejaré de hablar por el resto de tus días.
 - ¿En serio? Suena tentador...
 - Ah, muy bonito.
 - Es broma, tonto. Bueno, iré. Pero volveré pronto a casa que tengo mucho que descansar.
 - ¡Bien!
 - Ahora si me lo permites voy a seguir estudiando, cosa que tú también deberías hacer.
 - Que sí, que sí, que ya voy. Mañana nos vemos. Besitos.
 - Un beso.
Colgué y volví a centrarme en los apuntes, pero no pude evitar mirar de reojo de vez en cuando el móvil en espera de alguna llamada entrante.



Muchísimas felicidades Blanca :))


Por cierto, mañana subiré otro para despedir el año como se merece. Un besito :)

viernes, 21 de diciembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 13.


Nada más terminar de comer, subí corriendo para darme los últimos retoques y coger el abrigo y el bolso.
 - Juls, ¿estás lista? -dije entrando en su habitación.
 - Sí..., ¿a donde vamos? ¿No lo puedes cambiar para otro día? Podrías cubrirme hoy y yo me iría con mis amigas al concierto.
 - Créeme que esto de va a gustar mucho más. ¿Vamos? Pero antes, dame tu móvil.
 - ¿Mi móvil? ¿Para qué?
 - Dámelo y deja de hacer preguntas.
Después de mirarme con desconfianza, sacó el móvil de su bolsillo y me lo entregó.
Ya que Liam me hacía ese favor, tenía que cumplir lo que me había pedido y asegurarme de que no diría nada a sus amigas por mensajes.
Las dos nos despedimos de papá y mamá, y nada más salir, el coche de Liam aparcó frente  a nuestro porche.
 - ¿Qué? -susurró Julietta nada más fijarse en el conductor.
 - ¡Sorpresa!
Liam bajó del coche y se acercó a saludarnos.
 - Mira Liam, ella es Julietta, mi hermana.
Para mi sorpresa y la de Liam, la reacción de mi hermana fue abrazarme a mí y no a él.
 - Gracias, no lo voy a olvidar en la vida. -susurró en mi oído.- Te quiero, Leah.
 - Y yo a ti, pequeña. Disfruta.
Se giró y miró a Liam sin soltarme la mano.
 - Hola, Liam.
 - Hola, Juelitte.
 - Juls, por favor. -dijo con una tímida sonrisa.
Los tres nos subimos al coche de Liam y nos dirigimos hacia el recinto donde tendría lugar el recinto, y nada más llegar y entrar dentro, Liam nos llevó a una pequeña habitación donde se encontraban el rest, y tras los saludos y demás, todos salimos y mientras ellos hacían la prueba de sonido nosotras nos acomodamos en los asientos que se encontraban en primera fila.
Cuando ellos desaparecieron entre bambolinas para cambiarse de ropa y prepararse para la hora del concierto, mi hermana y yo nos quedamos solas sentadas donde habíamos estado presenciando la prueba de sonido.
 - ¿De qué conoces a Liam? -preguntó curiosa.
 - Mmmm..., ¿la historia larga o la corta? -solté una risita.
 - La completa. -respondió ella.
Le conté toda la historia de como había conocido a los chicos, y como posteriormente, me había acercadoa Liam bastante gracias a Ella.
 - Muchas gracias por traerme de verdad...
Nos fundimos en un bonito interrumpido.
 - Perdón por interrumpir el momento, pero tenéis que venir conmigo a la parte de atrás del escenario.
Lo seguimos las dos con una gran sonrisa y nos indicó donde teníamos que estar.
El concierto avanzaba y por momentos se convertía más increíble, hasta que en uno de los cambios de vestuario, Liam se acercó a nosotras y me abrazó.
 - Me encanta que estés aquí. -dijo susurrándome al oído.
Me besó la sien y salió disparado detrás de los otros chicos para cambiarse.
 - ¿Qué ha sido eso? -dijo mi hermana devolviéndome a la Tierra.
 - No lo sé...
 - Vaya, vaya, soy la futura cuñada de uno de mis ídolos. Esto no puede estar pasando...
Su comentario provocó que emanara de mí una gran carcajada.
 - No digas tonterías. Solo somos amigos.
Pero, ¿a quién quería engañar? Desde el primer momento aquel chico me había atraído demasiado y aquel gesto que acababa de tener conmigo no había hecho otra cosa que hacer que aparecieran miles de mariposas revoloteando por mi estómago.
Después de aquel momento, no había prestado prácticmaente atención al resto del concierto, seguía pensando en todo, miles de imágenes desde el momento en el que había conocido a Liam. Y sobretodo, había una cosa que no podía sacarme de la cabeza: su sonrisa.
 - Eo, ¿estás ahí? -dijo mi hermana interrumpiendo mis pensamientos.
 - Sí, sí. ¿Vamos?
En ese momento volví por completo a la realidad y me di cuenta de que el concierto había acabado y que los chicos estaban en ese momento despidiéndose para entrar a los camerinos, y que mi hermana me miraba expectante.
 - Sí, vamos.
Bajamos las escaleras de camino a los pasillos de los camerinos como nos había pedido Liam al llevarnos hasta allí, y al poco tiempo los 5 bajaron y tras mantener una breve conversación con nosotras, entraron a cambiarse para marcharse a casa.
 - Esperad aquí. En seguida salgo y os llevo a casa.
Al poco rato, los tres habíamos llegado a mi casa.
 - Muchas gracias por todo, Liam. Ha sido increíble. -dijo mi hermana abrazándolo.
 - De nada, Juls. Me alegra que te haya gustado.
Los dos se volvieron a abrazar para despedirse, y yo me acerqué para despedirme también.
 - Me ha encantado el concierto. -dije.
Él me contestó con una sonrisa cálida y me agarró la mano.
 - ¿Podemos hablar un momento?
Hice un gesto a mi hermana para que entrara en casa y me giré para mirarlo...



Sé que prometí subirlo el miércoles, pero mi ordenador decidió suicidarse y hasta hoy no fui capaz de resucitarlo urseiaoejwueiwakejfuire.
¡¡¡Gracias por leer!!!

(Supongo que subiré antes del 25, pero por si no lo hago: ¡¡FELIZ NAVIDAD!!)

martes, 18 de diciembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 12.


Después de salir de aquella cafetería, Liam me había llevado a casa y desde aquel momento, no había vuelto a saber nada más de él.
Era viernes por la tarde y llevaba todo el día ignorando las llamadas de Nata, que intentaba convencerme para salir y dejar de estudiar, pero era o salir y dejar de estudiar hoy o no ir el día siguiente al concierto. Y por alguna razón, tenía muchísimas ganas de ir al concierto y volver a ver a Liam.
El móvil comenzó a sonar de nuevo interrumpiendo mis pensamientos.
 - Nate, que no voy a salir, tengo cosas que hacer. -dije sin mirar quién llamaba.
 - ¿Nate? ¿Tu novio falso?
La voz de Liam sonó al otro lado del teléfono acompañada de una risita.
 - Oh, hola, pensaba que eras Nate. ¿Necesitas algo?
 - No, en realidad solo quería saber si te acuerdas de mí y de que mañana tienes un concierto al que asistir.
 - No, no me he olvidado de ti ni del concierto. -reí.
 - ¿Entonces vendrás seguro?
 - Si me dejas seguir estudiando..., sí.
 - ¿Me estás incitando a colgar el teléfono?
 - Si quieres podemos seguir hablando horas y horas, pero eso te privaría del lujo de volver a verme mañana.
 - Oh, no me gustaría perderme ese lujo. -los dos reímos- Mañana te pasaré a buscar después de comer, ¿vale?
 - Vale, estaré esperando. No me dejes plantada, ¿eh?
 - No lo haré. Hasta mañana, Leah.
 - Hasta mañana, Liam.
El resto de la tarde la pasé intentando estudiar, pero por más que lo intentaba no era capaz, ¿qué pasaría al día siguiente? De algo estaba segura, iba a morirme de vergüenza.
Después de muchos intentos de intentar estudiar, decidí prepararme algo para cenar y relajarme. A pesar de las interrupciones, había adelantado bastante los estudios y podía relajarme lo que quedaba de día.
Nada más bajar las escaleras, me encontré con mi hermana perfectamente arreglada mirándose en el espejo de la entrada.
 - ¿Vas a salir? -pregunté.
 - Sí.
 - ¿Y papá y mamá?
 - No lo sé.
 - ¿Te pasa algo?
 - ¿TE PUEDES CREER QUE NO ME DEJAN IR MAÑANA AL CONCIERTO DE ONE DIRECTION?
No pude evitar que se me escapara una sonrisa maliciosa y ella me miró interrogante.
 - ¿Tienes las entradas? -pregunté.
 - Sí, pero mamá me ha dicho que no me deja...
 - Bueno, hablaré con ella. Pásalo bien.
 - Gracias, Le.
Mi hermana y yo nunca habíamos sido grandes hermanas, pero siempre que había necesitado algo o ayuda, o cualquier cosa, ella había estado allí para ayudarme.
Mientras me hacía algo rico para cenar, se me ocurrió pedirle a Liam si podía acompañarme mi hermana. Me ahorraría unos cuantos regalos de cumpleaños con eso.
 - ¿Ya te has arrepentido? -escuché al otro lado.
 - No. -solté una risita tímida.- Liam..., ¿puedo pedirte un favor?
 - Los que quieras, tú me ayudaste a mí con Ella. Por cierto, ¿qué tal está?
 - Está muy bien. Es increíble lo feliz que está desde que vas a verla.
 - Es increíble esa niña... Bueno, y dime, ¿qué querías?
 - ¿Puedo llevar a mi hermana mañana conmigo? Sé que es mucho pedir, pero es que ella es tan fan vuestra... Si es mucho pedir me dices que no, ¿eh? Yo lo entiendo...
Las palabras salían disparadas de mi boca sin control, me sentía estúpida.
 - Eh, eh, para. Claro que puede venir, pero dile que tiene que mantener el secreto. Al menos hasta salir de allí.
 - Vale, vale, no habrá problema. No le diré nada. La llevaré engañada.
 - Perfecto. ¿Necesitas algo más?
 - No, ya no te molesto más hasta mañana.
 - No me molestas, lo sabes. Buenas noches, Leah.
 - Buenas noches, Liam. Y gracias.
 - De nada.
A la mañana siguiente, me levanté más temprano de lo normal para intentar estudiar algo antes de irme, pero antes de ponerme a estudiar, bajé corriendo a hablar con mi madre.
 - Mamá, ¿puede venir Juls esta tarde conmigo? Tengo una sorpresa preparada para ella.
Mi madre levantó la mirada de la revista que estaba ojeando y me lanzó una mirada inquisitiva.
 - ¿Una sorpresa? ¿Qué tipo de sorpresa? No la estarás cubriendo para que vaya a ese concierto, ¿no?
 - Tiene algo que ver con el concierto, pero irá conmigo. Yo la cuido.
Volvió a inspeccionarme con la mirada y soltó un breve suspiro.
 - Está bien, pero como vaya sola y me entere no volvéis a ver la luz del día en meses.
 - Gracias, mami.
Le di un fugaz beso en la mejilla, y subí corriendo las escaleras de nuevo para irrumpir en la habitación de mi hermana.
 - ¡JULS! ¡Despierta! -dije zarandeándola.
 - No me grites... -susurró desperezándose.
 - ¿Mucha fiesta ayer? -pregunté con una sonrisita burlona.
 - ¿Qué quieres? -preguntó.
 - Ponte guapa. Tengo una sorpresa que darte esta tarde.
 - No quiero sorpresas... Yo quiero ir al concierto.
 - Hazme caso, Juls. Ponte guapa o te llevaré a rastras en pijama.
Volví a mi habitación e intenté estudiar, pero igual que la tarde anterior, mi esfuerzos fuero nulos y antes de poder darme cuenta, me encontraba frente al armario en busca de algo bonito para ponerme esa tarde.




Hola, hooolaaaa, he vuelto por Navidaaaaaaaaaaaaad jijiji. Sé que es cortito y muy cutre, pero mañana subiré el capítulo del concierto y volveré a subir a menudo.
¡¡¡Gracias por leermeee!!!

domingo, 9 de diciembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 11.


Abrí la puerta del local y esperé a que pasara, y lo perseguí hasta el coche.
Esperé a que Liam abriera el coche, y mientras él dejaba ambas bolsas en el maletero, yo rodeé el coche y me senté en el asiento del copiloto.
 - ¿Puedo invitarte a tomar un café? -me preguntó ya dentro del coche.
 - Tengo que estudiar...
 - Solo será media hora, lo prometo.
 - Liam...
 - ¿Cuando tienes el examen? ¿De qué es? Quizás puedo ayudarte.
 - Es la semana que viene... -dije.
 - ¿Me estás rechazando tomar algo cuando tienes una semana para estudiar? Qué cruel...
 - ¡Oye! -dije propinándole un golpe suave en el brazo.- Bueno, está bien. Vamos.
Noté como en seguida se le dibujaba una sonrisa y ponía en marcha el coche.
No tenía idea de a donde me llevaba, así que me limité a permanecer en silencio observándolo de reojo.
 - ¿Qué miras? -preguntó lanzándome una mirada fugaz.
No pude evitar ponerme nerviosa al escuchar aquella pregunta.
 - Nada, ¿por qué? -dije con la voz entrecortada.
¿Qué me pasa? ¿Por qué me pone tan nerviosa? Oh, no, su sonrisa no. Esa sonrisa me desconcentra.
 - ¿Piensas seguir ahí sentada el resto de la tarde? -escuché.
En ese momento me fijé que el coche estaba perfectamente aparcado y apagado.
 - Oh, no, yo... Pensaba en lo mucho que estás interfiriendo en mis estudios. -dije.
Le miré directmente a los ojos y le saqué la lengua, a lo que él respondió con una breve carcajada.
 - ¿Vamos? -preguntó.
Asentí y abrí la puerta del coche.
Nada más entrar en la cafetería, me percaté de que estábamos prácticamente a solas. Solo había dos chicas que conversaban animadamente en una mesa al lado de la puerta, y una pareja que compartía arrumacos en uno de los sofás que se encontraban al fondo.
 Liam pasó avanzó hacia donde se encontraba la pareja y yo lo seguí.
 - ¿Por qué hay tan poca gente? ¿Qué me quieres hacer? -pregunté bromeándome.
Él comenzó a reírse y negó con la cabeza.
 - No sé, siempre me ha gustado mucho este sitio. Solía venir con Danielle.
En ese momento noté como la expresión de su cara cambiaba y la sonrisa que unos segundos antes se dibujaba en su cara, desaparecía.
En ese momento, lo único que me ocurrió para distraer sus pensamientos, fue soltar la pimera cosa que se me pasara por la cabeza.
 - Oye..., cuando estás en casa y te pones a escuchar música, ¿qué música escuchas? ¿La tuya?
Él abrió muchos los ojos y la sonrisa volvió a aparecer en su cara.
 - No, claro que no. -rió.
 - Ah..., siempre quise preguntárselo a algún músico.
 - ¿Y tú? ¿Qué música escuchas? A nosotros ya sé que no. -volvió a reír.
 - Bueno..., en realidad...
Él volvió a abrir mucho los ojos y me miró con desconcierto.
 - ¿Nos escuchas? ¡Pero si me dijiste que no!
 - Pero es que... Desde el día que le regalé a Ella vuestro disco lo tiene en replay todo el día. Y no sonáis tan mal como pensaba...
Él soltó una carcajada sonora y yo no pude evitar que una sonrisita tímida apareciera en mi cara.
 - Y bueno, a parte de a nosotros, ¿qué más escuchas?
Le lancé una mirada asesina y comencé a enumerarle detalladamente todos los grupos de música que escuchaba.
 - ¿Y solistas no escuchas?
 - Sí, también, pero sobre todo a Robbie Williams.
 - Vaya, yo conozco a Robbie Williams. Cantó con nosotros en el X Factor.
En ese momento no pude ocultar mi sorpresa y él comenzó a contarme un montón de anécdotas y de cosas que les habían pasado en el programa.
 - Y bueno, después de todo eso, aquí estamos. -concluyó.- Oye, estoy pensando, ¿qué harás el sábado?
 - Nada, supongo que estudiar...
 - Es que el sábado tenemos un concierto aquí y..., no sé, podrías venir.
 - ¿Un concierto? ¿Vuestro? ¿Rodeada de miles de fans aplastándome?
 - Nooooooooooooooooooooo -me interrumpió.- Tú estarías detrás del escenario, entre bambalinas con el resto de familiares y amigos.
 - Mmmm..., bueno, depende de como vaya con los estudios... Te llamaré y te diré.
 - Espero que sea un sí... -susurró.
En ese momento, nuestra conversación se convirtió en un silencio compartido que se hacía cada vez más incómodo con el paso de los minutos.
Pero durante esos minutos, mi cabeza comenzó a organizar automáticamente el tiempo que tenía para estudiar. Mi subsconsciente y yo queríamos ir a ese concierto.
 - Vale, iré. -dije sin pensar.
En ese momento él levantó la mirada que mantenía fija en el suelo, y me sonrió.
 - ¿Tanto han avanzado tus estudios en 5 minutos? -bromeó.
 - Oye, que si quieres no voy. -dije fingiendo enfado.
 - No, no, ahora ya me has dicho que sí. No puedes cambiar de opinión.
Sin darme tiempo a contestar se levantó y se dirigió a la barra para pagar.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 10.


Ya sabéis, narra Leah:



Por un momento pensé que la mirada de Liam se había iluminado al decir que era mentira lo que había dicho Liam, pero enseguida borré esa idea de mi cabeza. Él era famoso, yo no era nadie.
 - ¿Pero tienes novio? -me preguntó.
 - No... Nunca me han ido bien esas cosas.
Inconscientemente me senté en las escaleras y a los pocos segundos, noté como Liam se sentaba a mi lado y miraba al frente.
 - Yo tampoco he tenido demasiada suerte en esos temas...
Escuchar aquellas palabras llamaron mi atención, ¿un cantante muldialmente famoso con mal de amores?
Lo miré curiosa.
 - ¿Qué? ¿Qué pasa? -me preguntó con una sonrisa de medio lado.
 - Nada, me parece raro que alguien tan famoso como tú tenga mal de amores. Se supone que tienes a millones de chicas muriéndose por pasar 5 minutos contigo.
 - Entonces ahora debes de ser muy envidiada. -bromeó.
No pude evitar reír ante ese comentario.
 - Quizás... -susurré.
Los dos nos quedamos en silencio por unos minutos mirando al frente.
 - ¿Y puedo saber por qué te ha ido tan mal a ti? -me preguntó.
Resoplé e intenté ordenar mis ideas poco a poco para decidir por donde empezar.
 - Digamos que nunca tuve un novio de verdad... Y los intentos que tuve de novio, no acabaron precisamente bien. Además nunca he encontrado un chico me tratara bien y me quisiera de verdad... Ya sabes, alguien me haga reír, que me cuide y que me mime.
Era justo lo que buscaba en un chico...
A los pocos segundos de silencio, noté como una mano acariciaba mi espalda e instintivamente apoyé mi cabeza en su hombro, pero al darme cuenta de lo qué hacía, me separé rápidamente.
 - Y bueno, ¿a ti por qué te ha ido mal? -pregunté.
 - Digamos que tuve una infancia muy difícil y cuando entré en el programa, conocí a una bailarina... -sonrió amargamente.- Danielle. Ella cambió todo mi concepto del amor...
Noté que cada palabra que decía, le costaba decirla más que la anterior y decidí intervenir.
 - Si no quieres seguir hablando del tema, podemos cambiarlo.
Antes de responder, se giró para mirarme y volvió a sonreir amargamente. Tomó aire y terminó de hablar:
 - Pero bueno, la distancia lo estropeó todo y, antes de acabar mal y con rencores, decidimos acabarlo y guardar un buen recuerdo el uno del otro. Para mí siempre será una de las mujeres más importantes de mi vida y espero poder ser su amigo algún día.
En ese momento, lo único que supe hacer fue acercarme a él y acariciarle yo la espalda.
 - Es muy bonita la forma en la que hablas de ella, se nota que la querías de verdad. -acerté a decir.
 - Y bueno, ¿tú no tenías cosas que hacer? -preguntó de repente.
 - ¿Me estás echando? -bromeé.
Él esbozó una sonrisa, se levantó y me tendió la mano.
 - ¿Qué es eso tan importante que tienes que hacer?
 - Eres muy curioso tú, ¿o es cosa mía? -sonreí.- Nada, solamente tengo que ir a la librería a buscar unos libros y a la fotocopistería a recoger unas fotocopias.
 - ¿Puedo ir contigo?
No pude evitar reír. No sabía si me hacía más gracia la cara de cachorrito que había puesto, o la idea de que alguien famoso e importante no tenía nada mejor que hacer que acompañarme a una librería.
 - ¿Por qué te ríes? ¡Deja de reírte de mí!
 - Jo, no me río de ti. Ven, pero luego no me entretengas. Tengo que estudiar.
Los dos subimos a su coche y pusimos dirección hacia la librería que le indiqué que por suerte no estaba en el centro de la ciudad, por lo que era poco transitada y podíamos estar tranquilos.
 - Vaya, no pensé que estuviera tan vacío. -susurró.
 - No me gusta el ruido ni las aglomeraciones... Siempre busco lugares tranquilos.
Liam me miró con sorpresa y los dos avanzamos hacia el mostrardor, donde, tras intercambiar unas palabras con el dependiente, éste salió en busca de mis libros.
 - Nunca te lo he preguntado... ¿Qué tienes pensado estudiar cuando acabes la universidad?
 - Todavía no lo tengo claro, pero me llaman mucho la atención las carreras jurídicas...
El dependiente interrumpió nuestra conversación y colocó una serie de libros sobre el mostrador.
 - Son £38.40.
Se las entregué y de inmediato vi como Liam se hacía cargo de la bolsa y me la quitaba de las manos.
 - Puedo llevarla yo. -dije haciendo una amago de quitársela.
 - Pero quiero llevarla yo. ¿Cual es la próxima parada?
Le lancé una mirada fulminante dándome por vencida.
 - Es aquí al lado.
Los dos salimos de la librería y entramos en la fotocopistería que quedaba en el local contiguo.
El proceso fue el mismo, pedí mis fotocopias, el dependiente las colocó sobre el mostrador y Liam me las quitó de la mano. Pero esta vez evité decir nada y solté un bufido.
 - No bufes, voy a llevar yo las bolsas digas lo que digas.

sábado, 24 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 9.


En ese momento, Nate se separó de su amiga y comenzó a reírse.
 - ¿Has visto la cara del Liam ese al decir que soy tu novio?
 - ¡¿Pero por qué?!
 - Oooh, ¿te gusta Liam? Vaya, vaya, que callado lo tenías.
 - No me gusta. Solo que me parece... simpático.
 - Ya claro, simpático... ¿Qué hacemos? ¿Vamos a tomar algo?
Leah aceptó y los dos se encaminaron hacia un bar que frecuentaban  a menudo y tomaron asiento para tomar algo cálido y entrar en calor.
 - Por cierto, -dijo Nate interrumpiendo la conversación que mantenían- no me has contado de qué conoces a los dos chicos esos... ¿Sabes qué? No sé de qué los conozco, pero me suenan mucho.
 - Ah, será de la televisión. -contestó mientras absorvía de su taza.
 - ¿De la televisión?
 - Sí, son dos de los cinco chicos de One Direction.
  - ¡Ah! Así que por eso llevas ignorándome tanto tiempo... Es porque no soy famoso, ¿verdad? -bromeó.
Leah no pudo evitar soltar una carcajada y se levantó para sentarse en el regazo de su amigo y abrazarlo.
 - Sabes que yo solo te quiero a ti.
 - Ya claro... Y bueno, cuéntame, ¿entonces te gusta Liam?
 - Pero, ¿otra vez? No me gusta, es simpático.
 - Y lo conoces de...
 - Del hospital. Se encariñó con Ella y bueno, lo ayudé para que volviera a visitarla y como ya te he dicho, es muy simpático.
Nate y Leah pasaron el resto de la tarde charlando en aquella mesa, pero al empezar a oscurecer, los dos se dirigieron a casa de Leah.
 - Bueno, creo que ha llegado la hora de que me vaya a casa.
 - Buenas noches, Nate. -se despidió ella.
Leah lo acompañó hasta la puerta y una vez allí esperó a que se montara en el coche y cerró.
El día siguiente, un domingo como otro cualquiera, no se mostraba demasiado interesante. Leah iría a pasar un rato con Ella por la tarde, y el resto del día lo pasaría estudiando y haciendo deberes, pero un mensaje de Liam que le llegó al terminar de comer cambió sus planes:
 - "mmm...¿irás al hospital hoy"
Inconscientemente una sonrisa se dibujó en la cara de la chica y respondió de inmediato.
 - "Sí, salgo para allí en un rato. ¿Vendrás? :)"
 - "Sí, si no es mucha molestia... ¿quieres que vaya a por ti y así te acerco?"
 - "No, no hace falta. Nos vemos allí."
Nada más hablar con él, Leah salió camino al hospital, pero esta vez en vez de entrar por la puerta principal y subir a la habitación a la espera de la llamada de Liam, fue por la puerta de atrás y se sentó en las escaleras a la espera del chico, que por suerte no tardó en llegar.
 - ¿Y tú aquí? -dijo nada más bajar del coche.
 - Esperando a un amigo, ¿y tú?
 - Nada, vení a ver a una amiga. Qué casualidad, ¿no?
Los dos rieron.
 - Venga, vamos. Ella debe de estar impaciente.
Subieron y nada más llegar, Ella corrió a los brazos de Liam como era de esperar.
 - Eh, ¿y para mí no hay? -preguntó Leah.
La tarde pasó como la otra que habían compartido juntos, rieron, jugaron... Y como la otra tarde también, Leah no pudo dejar de observar con ternura como Liam trataba a la niña. Era increíblemente adorable.
 - Bueno, creo que deberíamos ir yéndonos. Está anocheciendo ya. -dijo Leah.
 - Jo, ¿ya? -protestó la pequeña.
 - Mañana vuelvo.
 - ¿Y tú? -preguntó la niña mirando a Liam.
 - No puedo, mañana tengo cosas que hacer con los otros chicos...
 - Pero, ¿me prometes que vas a volver algún día?
Liam se acercó a la niña y la abrazó. Leah estaba a punto de morir de amor.
 - Te prometo que voy a volver en cuanto pueda. ¿Me esperarás?
 - Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. -dijo la pequeña rodeando su cuello.
Los dos chicos salieron del hospital por la puerta de atrás, como de costumbre, y nada más salir por la puerta, Liam se dirigió a Leah.
 - ¿Quieres que te lleve o tengo que esperar a que empiece a llover?
Ambos sonrieron.
 - No, hoy tengo cosas que hacer.
 - Ah, ya, entiendo... Habrás quedado con tu novio.
Leah comenzó a reírse y Liam la miró confuso.
 - ¿Qué he dicho tan gracioso? -preguntó.
 - Nada, que se me olvidó aclarártelo. Nate no es mi novio, es solo mi mejor amigo... Un mejor amigo muy bromista.
 - ¿En serio? -preguntó él.
 - Sí. -contestó ella.





HOLA, HOLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA. Nada, era solo para informaros que a partir del capítulo que viene lo contaré en primera persona como si fuera Leah. Me estás costando escribirlo así jajaja.

martes, 20 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 8.


- Leah, ¿qué vas a hacer hoy?
 - No sé, todavía. ¿Por qué?
 - Nosotros vamos a comer a casa de unos amigos de papá.
 - ¿Y Juls? ¿Va con vosotros?
 - No, Juliet va a casa de una amiga a comer.
 - Bueno, pues no sé, invitaré a Nate a comer que tenemos que hacer un trabajo.
Leah llamó a su amigo y acordaron comer juntos en casa de ella y luego hacer un par de trabajos que les habían mandado en el instituto.
 - Por fin, pensé que no llegarías nunca. -dijo abriendo la puerta.
 - Deja de quejarte. Tengo hambre, ¿qué comemos?
 - Podemos pedir pizza, ¿o quieres cocinarme?
 - Todavía te falta engordar un poco para poder cocinarte... Mejor pizza. -bromeó.
 - Ja-ja-ja que gracioso.
Pidieron un par de pizzas a una conocida cadena de comida italiana y comenzaron a hacer los trabajos con lo que, al poco rato de llegar la comida habían acabado ya uno de ellos y solo les quedaba un poco del otro.
 - ¿Podemos salir a tomar el aire? Me aburro.  -bufó Nate.
 - ¿Ahora? Pero si no queda nada para acabar.
 - Por favor...
Nate cerró el libro que tenía su amiga frente a ella y comenzó a hacer pucheros, a lo que Leah no pudo evitar responder con una sonora carcajada.
 - Y bien, ¿qué quieres hacer entonces?
 - ¿Me acompañas a comprar ropa? Necesito ropa nueva.
 - ¿A donde?
 - ¿A las tiendas? -contestó con obviedad.
 - Agggg, te odio. Voy a cambiarme.
Al poco rato, después de que Leah subiera a su cuarto a cambiarse, los dos se dirigieron en el coche de Nate a la zona comercial de la ciudad y comenzaron a visitar tienda tras tienda hasta llegar a H&M.
 - ¿Te gustan estos pantalones? -preguntó Nate mostrándoselos.
 - Me gustan más estos.
 - ¿Estos?
 - ¿A ti no?
 - Sí, bueno, no están mal. ¿Y esta sudadera?
 - Me gusta más esta.
 - ¡Pero si es la misma!
 - Ya, pero es muy graciosa la cara que se te pone cuando te contradigo.
 - Ah, vale, vale.
Nate fingió enfado apartándose de su amiga e ignorándola mirando otra estantería, pero ella se acercó por detrás de él y lo abrazó.
 - No me compres con abrazos.
 - No seas tonto, sabes que te quiero.
Los dos comenzaron a caminar abrazados bromeando hacia la caja, pero justo en ese momento chocaron contra un rubio que revolvía entre unas perchas.
 - Perdón. -dijeron ambos al unísono.
 - ¿Leah?
La chica en seguida reconoció la voz del amigo de su nuevo amigo.
 - ¿Niall?
 - ¿Leah? -escuchó a sus espaldas.
Nada más girarse puso observar a Liam mirándola a ella y a Nate intermintentemente.
 - ¡Hola! -dijo acercándose a él- ¿Qué hacéis en una tienda como esta tan pública y tan abierta a la gente normal? -bromeó.
 - ¿Insinúas que no somos normales? Niall ven aquí y demuéstrale lo normales que somos.
En ese momento Niall se colocó al lado de Niall y estirando la boca exageradamente a modo de sonrisa dijo:
 - HOLA.
Leah no pudo aguantar la risa y, Nate, se quedó mirando a los tres con cara extraña. Había reconocido la cara de esos chicos, pero no terminaba de ubicarlos y tampoco entendía que relación mantenían con Leah, y la miró con extrañeza.
 - Ah, bueno, este es Nate, y ellos son Niall y Liam.
 - Sois novios, ¿no? -preguntó con atrevimiento el rubio, lo cual captó la atención de Niall.
Leah observó la cara de Liam y se apresuró a contestar.
 - N...
 - Sí. -la interrumpió su amigo acercándola a él.
 - Vaya, no te hacía con novio. -añadió Liam.
La contestación de Nate había dejado anonadada a Leah y Nate comenzó a hacerle preguntas a los chicos hasta que Liam recibió una llamada y se fueron.
 - ¿Qué se supone que ha sido eso? -preguntó Leah.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 7.


Nada más salir a la calle, Leah pudo ver como la puerta de un coche se abría y de él salía Liam que la miró y sonrió. Ella tras devolverle la sonrisa, le hizo un gesto para que avanzara rápido hasta su posición.
 - Hola. -dijo él volviendo a sonreír.
 - Hola. -respondió ella, también sonriente.
Los dos entraron en el hospital y subieron hasta el piso donde se encontraba la habitación de Ella, por la zona de personal. Evitando así cualquier tipo de contacto visual con la zona donde se encontraban gran cantidad de enfermos esperando ser atendidos.
 - Espera aquí un segundo, ahora vengo.
Leah abrió la puerta que daba al pasillo de aquella planta y la cerró tras de sí, y avanzó hasta la habitación de la niña.
 - Tengo una sorpresa para ti. ¿Quieres verla? -le dijo.
La niña asiento con cara de ilusión y Leah volvió sobre sus pasos a por su acompañante.
 - Vamos, corre.
Los dos entraron corriendo en la habitación de la niña y ésta, nada más ver al acompañante de Leah se quedó boquiabierta.
 - Hola, Ella. -sonrió él.
 - ¿Liam? -preguntó la niña incrédula.
El chico rió sonoramente y se acercó a la niña para abrazarla.
La niña pasados los primeros minutos comenzó a tratar a Liam como si lo conociera de toda la vida, no dajaba de hablar y él chico seguía sus mismas pautas, lo cual no pasó inadvertido bajo la atenta mirada de Leah que permanecía apoyada en la pared observándolos.
 - Puedes acercarte, ¿eh? -escuchó como Liam se dirigía a ella.
La chica despegó su cuerpo de la pared, y avanzó hasta donde se encontraban Liam y Ella.
 - ¿Sois amigos? -preguntó la pequeña.
Liam y Leah se miraron y sonrieron. Ninguno sabía que responder a aquella pregunta, puesto que no eran amigos, pero ni siquiera conocidos.
 - No, cariño. Él quiere ser tu amigo. -respondió la chica con dulzura bajo la atenta mirada de invitado.
 - Pero yo quiero que seáis amigos... -contestó la niña.
Los dos se miraron y volvieron a sonreír, pero esta vez fue Liam el que se adelantó para hablar.
 - ¿Quieres ser mi amiga? -preguntó a la chica como si fuera un niño pequeño el primer día de clase.
La chica no pudo evitar soltar una carcajada y tendió su mano hacia él.
 - Vale. -sonrió.
Leah no pudo evitar fijarse en la dulzura con la que Liam trataba a la niña, y al llegar al final de la tarde, incluso podría jurar que quería un chico así como padre de sus futuros hijos. El único defecto que continuaba encontrándole, era que era famoso.
 - Bueno, siento interrumpir, pero creo que es hora de que nosotros nos vayamos. -dijo Leah.
 - ¿Ya? -preguntaron al unísono la niña y el chico.
 - Dentro de nada vendrá el médico y traerán la cena de Ella. Es mejor que nos vayamos y será más fácil volver a colarte si no te ven. -sonrió la chica.
 - Jo... -se quejó la pequeña.
Los dos chicos se despidieron de la niña y volvieron a hacer el mismo recorrido que habían utilizado para llegar allí para salir.
 - ¿Quieres que te acerque a casa? -preguntó Liam ya en la calle.
 - No, que va, vivo aquí al lado. ¿Te lo has pasado bien?
 - Sí, ha sido genial. Cuando pueda volver avísame.
 - Siempre que quieras.
 - Bueno, pues será mejor que me vaya. ¿Estás segura de que no quieres que te lleve? -preguntó de nuevo.
Justo en el momento en el que Leah iba a responder, comenzó a llover con fuerza sobre ellos y Leah no tuvo más remedio que aceptar la oferta del chico, o llegar a casa empapada.
Todo el trayecto en coche se mantuvieron en silencio, ninguno de los sabía como romperlo y tampoco estaban seguros de querer hacerlo, pero Leah se vio obligada a romperlo al llegar frente a su casa:
 - Es aquí. Gracias, Liam. -dijo mientras se acomodaba para salir del coche.
 - Gracias a ti. En serio, no sabes lo que significa que me hayas querido ayudar para volver a ver a Ella. ¿Te puedo preguntar una cosa?
La chica volvió a acomodarse en el asiento.
 - Sí, dime.
 - ¿Qué te hizo cambiar de idea?
 - No lo sé. -mintió- Supongo que todos nos equivocamos en algún momento, pero dicen que rectificar a tiempo es de sabios.
 - Supongo... -contestó él no muy convencido.
 - Bueno, creo que es mejor que entre antes de que mi madre llame a la policía. -bromeó.
 - Buenas noches, Leah.
 - Buenas noches, Liam.
Aquella tarde había sido extraña para los dos y ambos lo sabían. Leah no podía borrar de su cabeza la imagen de Liam hablando y jugando con Ella, y Liam simplemente no podía sacar de su cabeza la sonrisa y la ternura con la que Leah miraba a la niña. Eso sí, algo tenían los dos claro, aquella tarde se volvería a repetir.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 6.


 - Oh, no, no, claro que no, estaba despierta todavía.
 - ¿Ironía?
Leah rió.
 - Tu amigo Louis me preguntó lo mismo en el hospital aquel día... -comentó intentando romper el hielo.
 - ¿Que si estabas durmiendo? -dijo Liam confuso, lo que hizo que Leah riera más fuerte.
 - No, que si lo que decía era ironía. Una tontería. Bueno.., ¿qué querías?
 - ¿Yo? Fuiste tú la que me llamó...
 - ¡Ah! Cierto... Bueno... Es difícil de explicar... Yo... Yo solo quería pedirte perdón por lo que te dije...
 - ¿Por qué exactamente?
 - Por lo que te dije aquel día al salir del hospital..., no debí tratarte así...
 - No, me refería a que por qué me pides perdón.
 - Eso no importa ahora.
Leah rehuyó el tema, no quería decirle la verdad y que Liam pensara que solo lo había llamado por pena, para aliviar su sentimiento de culpabilidad.
 - Bueno..., ¿quieres algo más? -preguntó el chico.
 - No, bueno sí, quería decirte que si quieres volver a ver Ella, yo te ayudaré.
 - ¿En serio?
 - Sí.
 - Bueno..., pero antes de nada, ayudarte no te supondrá un problema en el hospital, ¿verdad?
 - Si haces todo como yo te diga no.
 - Bien, ¿cuando te viene bien que me ponga bajo tus órdenes?
 - Cuando quieras. A Ella le hará mucha ilusión.
 - ¿Mañana? Tengo la tarde libre.
 - Perfecto. Pues en cuanto llegues allí me llamas y salgo a buscarte.
 - Muy bien. Buenas noches, Leah...
 - Buenas noches, Liam...
Aquella noche pasó volando para Leah, casi no había pegado ojo y no había dejado de pensar en como intentaría colar en el hospital a Liam sin que nadie lo viera y se armara revuelo, pero la mañana llegó y con ella la hora de ir al instituto.
 - No tienes buena cara, ¿has dormido bien? -preguntó su madre mientras colocaba una taza delante de ella sobre la mesa.
 - Sí..., he de irme.
Recogió sus cosas, besó la mejilla de su madre y salió corriendo de la casa.
La mañana, al contrario que la noche, se le hizo eterna. Las horas no pasaban, las asignaturas eran mucho más aburridas de lo normal y lo peor, es que no podía contarle a nadie qué era lo que le pasaba por la cabeza.
 - ¿Leah? ¿Me estás escuchando? -dijo Nate dándole un codazo.
 - Emm, ¿qué? Sí, claro que sí.
 - ¿Qué he dicho?
 - ¿Que Steph va a dar otra fiesta? -probó suerte.
 - Error. ¿En qué piensas?
 - Emmm, en que tengo mucho que estudiar y no tengo tiempo para fiestas.
 - Mentira. ¿En qué piensas?
En ese momento sonó la campana y toda la clase comenzó a levantarse. La mañana por fin había acabado.
 - Mañana nos vemos. -dijo Leah con una gran sonrisa.
 - No, mañana me cuentas qué era lo que pensabas. -le replicó su amigo.
Nada más llegar a casa comer y cambiarse de ropa, Leah se encaminó hacia el hospital más nerviosa que nunca. Todavía no había pensado como colar al chico allí dentro, pero algo se le ocurriría.
Nada más llegar al hospital, Leah estuvo entreteniendo un poco a todos los niños en la sala que tenían para ese fin, y luego acompañó a su pequeña amiga a la habitación, pero nada más entrar su móvil comenzó a sonar.
 - Ahora vengo. -le dijo a la niña.
Salió al pasillo y sacó su móvil, y como era de esperar, en la pantalla se reflejaba el nombre de la persona que esperaba.
 - ¿Ya estás aquí? -preguntó.
 - ¿Llego muy pronto?
 - No, ¿estás en la parte de atrás?
 - Sí. ¿Espero aquí?
 - Sí, ya salgo.
Leah se coló en la zona habilitada para el personal, en busca de su amiga Claire, para pedirle ayuda.
 - Claire, necesito que me cubras.
 - ¿Con qué?
 - Uno de los chicos del otro día ha venido a ver a Ella, y bueno, le he prometido que le ayudaría... Por favor, ayúdame, está esperando fuera.
 - Pero, ¿qué? ¿Qué chicos? ¿Los que odiabas?
 - Te prometo que mañana te contaré todo, pero ahora ayúdame por favor.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 5.


Leah llegó finalmente a la altura de Liam y éste se levantó para abrazarla, lo cual sorprendió a Leah.
 - ¿Qué haces aquí? Sé que no te gustamos, me lo has dicho. -dijo Liam en el oído de la chica con tono molesto.
 - He perdido tu número y me gustaría hablar contigo...
Él se separó y se volvió a sentar en la silla bajo la atenta mirada de Leah, y comenzó a escribir a gran velocidad intentando que nadie viera lo que ponía.
 - Hasta luego. -se despidió él.
Leah salió de aquel centro comercial y antes de nada, guardó el número que Liam había apuntado en el disco en su móvil.
Como todavía era temprano, decidió acercarse al hospital y entregarle el disco a Ella, pero no había caído en la cuenta de que no podía dárselo con el número en la firma. Así que, de camino al hospital, paró en una librería y se hizo con algo para tapar aquello, y de paso envolver el disco y cerrar la bolsa para darle más aspecto de regalo.
 - ¡Leah! -dijo la niña nada más verla.
 - ¿Qué tal estás hoy? Tengo un regalito para ti.
 - ¿Un regalo? -preguntó eufórica la pequeña.
 - Sí, mira.
Leah abrió su bolso y sacó de él una pequeña bolsa con el CD dentro.
 - Toma. -se lo entrgó con una gran sonrisa.
La pequeña cogió la bolsa entre sus manos y comenzó a abrirla  con desesperación, y cuando ya tuvo el CD entre sus manos lo miró incrédula y acto seguido miró a Leah.
 - Es...es...es... -tartamudeó.
 - Es el CD de los chicos que te gustan firmado por ellos.
La niña se acercó a su amiga y rodeó con sus pequeños brazos el cuello de ésta.
 - Gracias, Leah.
La niña no dejó de hacerle preguntas sobre cuando había ido a verlos, sobre cuanta gente había y un montón de cosas más, sin perder el brillo de ilusión en sus ojos.
 - ¿Y aquí qué ponía? -preguntó señalando la mancha donde antes había estado el número de Liam.
 - Liam se equivocó escribiendo. -sonrió la chica.
 - ¿Sabía quien eras? -preguntó curiosa.
 - Sí, -sonrió sincera- me preguntó por ti.
La niña se puso más eufórica todavía y comenzó a contarle a Leah un montón de cosas de Liam. Como había sido su infancia, como lo habían eliminado en la parte final de los castings en el 2008, como lo habían vuelto a eliminar en el 2010, como finalmente ese mismo año lo habían reunido con el resto de los chicos y les habían propuesto participar como grupo, como les fue durante toda su trayectoria en el X Factor y como les había ido al salir de dicho programa.
La tarde se centró en hablar de los 5, pero en especial de Liam, ya que Leah se mostraba curiosa en todo lo que la niña contaba e incluso ella hacía preguntas sobre el chico.
 - ¿Se puede? -preguntó uno de los doctores asomando por la puerta.
 - Oh, sí, claro. Yo ya me iba ahora. -dijo Leah mirando el reloj. - Nos vemos mañana, pequeña.
Nada más sair del hospital y camino a su casa, Leah no dejaba de darle vueltas a todo lo que habían hablado aquella tarde Ella y ella, y además, no dejaba de darle vueltas en lo mal que había tratado a un chico tan bueno dejándose llevar por su mal humor.
 - Tengo que llamarlo... -pensó- Seguro que ya han acabado la firma.
Sacó su móvil y comenzó a buscar en su agenda el número que Liam le había dado aquella misma tarde.
Un tono, dos tonos, tres tonos...
 - Mierda. -susurró al escuchar el buzó de voz- Emmm..., esto..., Liam, soy Leah, ¿te acuerdas de mí? La chica del hospital... Me gustaría hablar contigo cuando tengas un momento. Un beso.
Cortó la llamada y continuó caminando.
 - ¿Dónde has estado? -preguntó su madre nada más verla llegar.
 - En el hospital con Ella.
 - ¿Toda la tarde?
 - Sí, mamá. ¿Algo más?
 - La cena estará lista en media hora. -le comunicó la madre con desconfianza.
 - Ahora bajo y te ayudo a poner la mesa. -sonrió.
Leah subió la escaleras y se quitó la ropa de abrigo, pero antes de bajar se aseguró de confirmar que no había recibido ninguna llamada de Liam.
 - Pues muy bien, no me llames. -dijo mirando con rencor el móvil  y dejándolo sobre la cama.
Al acabar de cenar, la chica entró al baño para darse una ducha relajante, pero lo único que hizo fue darle vueltas a lo que le había dicho a Liam y a como lo había tratado. No podía evitar sentirse culpable. Así que, se puso su pijama y se metió en cama esperando quedarse dormida y dejar de pensar, pero el pequeño aparato que tenía sobre la mesilla de noche comenzó a vibrar.
 - Liam... -susurró al ver el nombre en la pantalla y descolgó - ¿Liam?
 - ¿Te he despertado? -escuchó al otro lado.






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Gracias :)

sábado, 27 de octubre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 4.


Especialmente, una de aquellas revistas fue la que más le llamó la atención.
 - Liam nos cuenta su infancia... -leyó en voz baja.
Abrió aquella revista y comenzó a pasar las páginas hasta llegar al reportaje que anunciaban en la portada.
A medida que Leah avanzaba en su lectura, sentía como se le encogía el corazón. No podía creer que aquel chico al que había tratado fatal, aquel chico con una sonrisa encantadora, aquel chico que podía tener absolutamente todo en la vida, lo hubiera pasado tan mal durante su infancia. Había nacido muerto y sin un riñón, había pasado sus primeros años viviendo prácticamente en un hospital y no solo eso, si no que en el colegio había sido el centro de las burlas de sus compañeros.
 - Soy la peor persona del mundo... -pensó para sus adentros.
Esperó a que llegara la niña y se quedó un rato con ella, pero en su cabeza no dejaba de aparecer la idea de llegar a casa y llamar a Liam para pedirle perdón y aceptar ayudarlo.
 - Bueno pequeña, tengo que irme ya.
 - ¿Ya? -dijo la niña haciendo pucheros.
 - No me mires así... Mañana tengo que ir a clase.
 - ¿Vendrás a verme por la tarde?
 - Claro que sí. Como siempre.
 - ¡Bien!
Se despidió de la niña y prácticamente voló hasta su casa.
 - Hola mamá.
 - ¿Ya estás aquí? -preguntó ésta extrañada.
 - Sí, bueno, tengo que hacer unas cosas.
Leah subió corriendo las escaleras y entró en su habitación, pero una desagradable sorpresa la esperaba allí.
 - ¡Mamá! ¿Dónde están los libros que estaban en mi estantería?
 - Los he llevado a la caridad.
 - ¿Qué? ¿Como? ¿Cuando?
 - ¿Pero qué pasa?
 - Que tenía un número importantísimo entre esos libros...
Los días pasaban y el sentimientos de culpabilidad de Leah no hacía más que aumentar, no podía sacarlo de su cabeza.
Era sábado por la mañana y como los días anteriores, Leah se encontraba en su habitación pensando qué podía hacer para arreglar lo que había hecho.
Se levantó de la silla y bajó a tomar algo de desayuno.
 - ¿Qué haces despierta a estas horas? -preguntó su hermana que estaba desayunando en la cocina.
 - Tengo cosas que hacer. ¿Tú? -fingió interés.
 - ¿Ves como no me escuchas cuando hablo? Llevo toda la semana diciendo que hoy iré a una firma de One Direction.
Leah, que se encontraba bebiendo una taza de leche en aquel momento, estuvo a punto de atragantarse al escuchar aquel nombre.
 - ¿Qué? -preguntó su hermana.
 - ¿Vas tú sola?
 - Claro que no, voy con mis amigas. Hala, me voy que llego tarde.
Leah esperó a que su hermana se fuero y subió corriendo a su habitación para buscar información sobre aquella firma. Era la única forma de volver a encontrarse con Liam y pedirle perdón de alguna manera.
Nada más saber el lugar y la hora, Leah se cambió de ropa y se dirigió hacia aquí sitio.
 - Pfffffff... -suspiró desesperada.
Aquel lugar estaba peor de lo que pensaba, estaba completamente lleno de fans que no dejaban de gritar y de llorar, otras buscaban la manera de verlos o de llamar su atención a pesar de que se encontraran a gran distancia, y otras, esperaban pacientemente en grupos charlando.
Leah optó por ir a comprar el disco corriendo y volver para esperar paciente en la cola, y para su sorpresa, en menos de lo que esperaba se encontraba a escasos metros de ellos, a punto de pasar a que le firmaran el disco que había comprado hacía menos de una hora.
 - ¿Tú eres...? -dijo Harry confuso.
 - Sí, soy la chica del hospital. -sonrió nerviosa.
 - Hola Leah. -dijo Louis al reconocerla.
La chica iba avanzando a lo largo de la mesa, y Liam todavía no se había percatado de que estaba allí.
 - ¿Es para ti? -preguntó Niall señalando el disco que firmaba.
 - No, es para una de las niñas del hospital.
En ese momento, la chica que había pasado delante de Leah, salió de la plataforma en la que estaba la mesa y Liam buscó con la mirada a la siguiente persona, y allí estaba Leah.
 - ¿Tú? -preguntó Liam.
 - Hola...





JIJIJJIJIJ...

miércoles, 24 de octubre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 3.


La hora de comer se acercaba, y aquellos chicos no parecían con gran intención de moverse, así que Leah decidió recoger sus cosas e irse a casa para volver a la tarde.
 - Claire, ¿me acompañas a por mis cosas? -preguntó a la enfermera.
 - ¿Ya te vas?
 - Sí, pero volveré a la tarde. No es que esté haciendo demasiado aquí y así comeré en casa.
La enfermera la acompañó al cuarto donde había dejado sus cosas y se puso la ropa con la que había venido que estaba casi seca.
Nada más llegar a la puerta, el griterío de las fans que se agolpaban allí a la espera de que sus ídolos se acercaran había aumentado notablemente.
 - La entrada sigue llena de fans, deberías salir por detrás. -le comunicó uno de los guardias.
 - Lo que me faltaba... ¿Pero van a salir por aquí?
 - No lo creo, si salen por aquí corren el riesgo de no llegar enteros al coche.
 - ¿Y no se lo pensáis decir?
 - Si se lo decimos irán a la otra puerta, ¿no crees?
 La joven se resignó y dio la vuelta a todo el hospital para salir por la puerta de atrás, pero nada más salir se fijó en que allí mismo estaba aparcado el coche con las ventanas tintadas que la había mojado. Y eso no era todo, si no que nada más salir del edificio, una de las puertas del coche se abrió, pero antes de que Leah volviera a entrar corriendo en el hospital, pudo ver la cabellera de aquel chico que tanto le había llamado la atención saliendo por aquella puerta.
 - ¿Tú? -preguntó incrédula.
 - Hola... -dijo él tímido.
 - Lo sabía, sabía que lo que estabais haciendo ahí dentro era un papel para sentiros mejores personas por un momento. ¿Qué quieres?
Liam la miraba interrogante, no entendía el por qué de aquellas acusaciones.
 - ¿Qué? No me mires así. Eres igual que todos los famosos, pasas un par de horas con niños enfermos para sentirte mejor persona y anotar una nueva "buena acción" a tu lista.
 - No entiendo por qué me dices estas cosas, pero bueno... Yo solo quería pedirte un favor.
 - ¿Que favor?
 - Ella. Quería pedirte que me ayudaras a volver a ver a Ella, me sentí identificada con esa niña.
 - ¿Con Ella? -preguntó ella nuevamente incrédula- ¿Qué podría tener en común un famoso con una niña que no tiene a nadie ni nada en la vida? Lo siento, pero no entiendo por qué tendría que ayudarte.
La cara de Liam tomó un ápice de tristeza que hizo dudar a Leah por un momento, pero no entendía a qué venía aquella proposición y no quería que Ella se ilusionara para que cuando él se cansara de visitarla, ella sufriera por no volver a verlo.
 - Piénsalo, ¿vale? Aquí tienes mi número.
Liam le entregó un pequeño papel en el cual aparecían su nombre y su teléfono, y giró sobre sí mismo para volver a subir al coche y perderse con él y sus amigos a lo lejos.
 - Lo que me faltaba. Primero me empapa y luego me pide ese favor. -murmuró Leah.
Los días pasaban y el instituto había vuelto a empezar, ya que se habían acabado las navidades.
 - Leah, ¿hoy irás al hospital? -le preguntó su madre.
 - Sí, mamá, ya te he dicho que puedo ir al instituto e ir allí igualmente.
 - Hija, estás en tu último curso y de ello depende que puedas ir a la universidad o no.
 - Mamá, ya lo sé, ya me lo has repetido miles de veces, pero no voy a dejar sola a Ella. Se lo prometí.
 - No entiendo el por qué de ese compromiso con esa niña.
 - Si vinieras conmigo algún día te darías cuenta de que aquella niña es especial. No puedo dejarla sola. Lo siento.
Su madre salió de la habitación resignada y ella comenzó a recoger sus cosas para salir hacia el hospital, pero colocando los libros sobre su escritorio, un pequeño papel cayó al suelo. Era el papel que Liam le había entregado con sus datos. Lo miró pensativa unos segundos, pero después de negar con la cabeza, lo colocó de nuevo sobre el escritorio. Pero en seguida se dio cuenta de que su hermana, que era directioner, cada vez que necesitaba algo iba a su habitación y lo revolvía todo. No tardaría en encontrar aquel papel.
 - ¿Donde te escondo? -murmuró observándolo.
A pesar de que estaba casi convencida de que no usaría jamás aquel número, algo dentro de ella le imploraba que no se deshiciera de aquel papel.
Tras dar varias vueltas y observar su habitación, se decantó por esconderlo entre unos libros de cuando ella era pequeña que llevaban años allí guardados.
 - Perfecto. -sonrió mirando su trabajo.
Se cambió de ropa, cogió su bolso, sus cascos y su móvil, y se dirigió hacia la puerta.
 - Me voy, mamá. Hazme algo rico para cenar.
 - No llegues muy tarde...
 - Y si ves que está muy oscuro llámame y voy a por ti. -la interrumpió imitando su voz- Lo haré, mamá. ¡Te quiero!
 - Adiós, cariño.
Ya en el hospital, Leah se encontró con Ella nada más llegar.
 - ¿Qué haces aquí, pequeña?
 - La vamos a llevar a hacerse unas pruebas. -interrumpió uno de los doctores.
 - ¿Pasa algo?
 - No, no, para nada. Son rutinarias.
Leah sonrió a aquel buen hombre, y se puso a la altura de Ella.
 - ¿Te espero en tu habitación?
 - Sí. -dijo la pequeña abrazándola.
La chica se encaminó hacia la habitación de la niña y se acomodó en el sofá que había allí.
Las horas pasaban y la niña no volvía, lo cual empezaba a aburrir a la chica así que decidió ojear algunas de las revistas. Todas hablaban de los chicos que habían estado allí días atrás.








Bueno, bueno, bueeeeeeeeeeeeeeno, ahora llega lo mejor jiji

lunes, 22 de octubre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 2.


A pesar de haber ido a la fiesta con Nate, éste la dejó temprano de vuelta en casa y a las 9 de la mañana, Leah ya caminaba por las calles frías y mojadas de Doncaster hacia el hospital.
A pocos minutos de llegar, un coche con las ventanas tintadas pasó a gran velocidad por su lado, con la mala suerte de que, al pasar a su lado, las ruedas pisaron un charco y la salpicó empapándola entera.
 - ¡Mierda! -gritó.
Pero como ya le quedaba poco para llegar, decidió no volver a casa a cambiarse y secarse, y pedir algo de ropa a Claire, una de las enfermeras que trabajaba allí y con la que más confianza tenía. Pero, al los pocos metros, pudo ver como una marea humana se agolpaba en la puerta y, a duras penas, tuvo que hacerse hueco para poder llegar a los guardias de seguridad, entre los que estaba Charles, el viejo guardia de seguridad que estaba todos los días allí, que la reconoció.
 - Buenos días, Charles. ¿Qué pasa?
 - ¿No te has enterado? Han venido los chicos de One Direction.
 - ¿Hoy? Algo me habían dicho, pero no pensé que fuera ya hoy mismo.
 - Venga, pasa.
Nada más entrar en el hospital, descubrió que las zonas que normalmente estaban llenas de personal se encontraban practicamente vacías y decidió dirigirse a la zona de pediatría, donde nada más entrar, se encontró con todo el personal que no estaba en su lugar habitual.
 - ¿Qué te ha pasado? -preguntó Claire acercándose a ella.
 - Un coche ha pasado por encima de un charco y bueno... ¿puedes dejarme algún uniforme mientras esto se seca?
 - Sí, ven conmigo.
 - ¿A qué hora se van? -preguntó Leah mientras se cambiaba.
 - ¿Qué pasa? ¿No te gustan?
 - Y yo que sé, no es el estilo de música que suelo escuchar. De hecho, la primera vez que presté atención y los vi fue ayer cuando Ella me dijo que vendrían.
 - Pues no sé a que hora se irán, se supone que antes de la hora de la comida.
 - ¿Y para eso vengo? Me podría haber quedado en mi casa y venir por la tarde.
 - ¿Pero qué pasa?
Pero antes de poder contestar, las dos ya se encontraban en el pasillo y Ella se acercaba con un chico alto, moreno y de ojos azules.
 - ¡Leah! -gritó.
 - ¡Hola pequeña! ¿Qué tal estás hoy? -dijo poniéndose a su altura.
 - Mira Louis, ella es Leah. -dijo la niña.
 - Hola, Leah. -dijo aquel chico con una gran sonrisa.
 - Hola. -sonrió ella también.
La niña cogió la mano de su amiga y comenzó a tirar de ella hacia donde se encontraban el resto de los chicos. Eso sí, sin soltar en ningún momento la mano de Louis.
 - ¿Tú también eres enfermera? -preguntó Louis a la chica.
 - No, que va, soy voluntaria.
 - ¿Ironía? -preguntó el chico.
 - No... -contestó ella sin entender, pero en seguida de percató de que lo decía por su vestimenta- ¡Ah! Lo dices por la ropa... No, simplemente de camino aquí un coche me salp-
 - Mira, Leah, él es Liam -dijo la niña con una sonrisa traviesa dibujada en la cara.
Leah en seguida recordó que aquel chico era al que había señalado en la revista y eso explicaba la reacción de la niña.
 - Hola, Leah. -escuchó ella.
 - Hola.
La mañana avanzó como era de esperar, niñas emocionadas por aquellos chicos, niños que también se acercaban curiosos pero no tanto como las niñas y, aquellos chicos que habían alcanzado la fama hablaban y jugaban con los pequeños. Pero algo había llamado la atención de Leah, el chico al que ella misma había señalado en la revista miraba curioso todo lo que hacía la pequeña Ella y sonreía ante todo lo que decía, lo cual le resultaba increíblemente tierno. Era la primera vez que la visita de un famoso al hospital le resultaba llevadera.

jueves, 18 de octubre de 2012

Siempre a tu lado. Capítulo 1.


 - ¡Leah!
Leah se removió entre las sábanas al escuchar la insoportable voz de su hermana pequeña, pero en seguida escuchó como la puerta de su habitación se abría y la voz de su hermana volvía aparecer.
 - ¡Leah! ¿No me has escuchado? Te estoy llamando.
 - ¿Qué quieres? ¿No ves que estoy durmiendo?
 - Si quieres le digo a Nate que estás durmiendo y le cuelgo.
Se levantó de mala gana y cogió el teléfono de manos de su hermana, la cual se quedó mirándola.
 - ¿Qué? -preguntó brusca.
 - Cada día estás más fea...
 - ¡Fuera!
Cerró la puerta echando a su hermana de la habitación y se sentó en la  cama para hablar con su mejor amigo, el cual permanecía al otro lado de la línea.
 - ¿Qué pasa, Nate?
 - Hoy a la noche Steph da una fiesta en su casa, ¿vendrás?
 - Todavía no lo sé, depende de a qué hora vuelva del hospital.
 - ¿Vas a ir hoy también? Eres una aburrida.
 - Bueno, cuando llegue prometo llamarte y decirte si voy.
 - Vendrás. ¿A qué hora paso a por ti?
 - Ya te llamaré, pesado.
 - Esperaré esa llamada impaciente. Pásalo bien en el hospital, aburrida.
 - Adiós, idiota.
Leah era una chica de 18 años que aparentaba ser igual que cualquier chica de su edad, pero realmente desde la muerte de su hermano pequeño por una enfermedad renal al poco de nacer, hace dos años, ella había cambiado completamente y gastaba gran parte de su tiempo yendo a uno de los hospitales de su ciudad como voluntaria para cuidar a niños enfermos. Concretamente, a una niña huérfana que padecía la misma enfermedad que su hermano, que se había ganado su corazón con creces.
 - Hola, pequeña.
 - ¡Leah! -gritó Ella al verla en la puerta, provocando una gran sonrisa en Leah.
 - ¿Qué tal estás?
 - ¡Bien! ¿Sabes qué?
 - Dime. -dijo sentándose en la cama.
 - ¡Van a venir los chicos de 1D a visitarnos!
 - ¿En serio?
 - ¡Sí! ¡Mira!
La niña sacó de su mesita un montón de revistas y comenzó a enseñarle todas las fotos en las que salían, señalando especialmente a Louis, su favorito.
Leah veía todos los años como se paseaban famosos por aquel hospital y, aunque adoraba ver las caras de felicidad de los niños, no soportaba el hecho de pensar que aquella gente solo iba allí para salir en una foto posando y sentirse mejor persona.
 - ¿Y a ti? -preguntó la pequeña.
 - ¿A mí qué?
 - ¿Cual te gusta?
Leah miró una de las fotos de aquella revista y señaló sin demasiado interés a uno de ellos.
 - Ese es Liam. -dijo la niña con una gran sonrisa.
 - Me gusta ese nombre, es bonito. -sonrió ella también.
Después de pasar toda la tarde con Ella y los demás niños, Leah salió del hospital y se dirigió a su casa.
 - ¿Qué haces tú aquí? -preguntó al ver a Nate sentado en el sofá.
 - He venido a buscarte, subo a cambiarte que tenemos una fiesta a la que asistir. -dijo con una gran sonrisa.
 - Pero que no tengo ganas...
 - ¿Has escuchado en algún momento tono de pregunta?
 - Bueno, pero volvemos pronto, ¿vale?
 - Eso ya lo negociaremos allí. Corre, sube a cambiarte.
 - Ya voy, ya voy.
Leah subió corriendo, y sin arreglarse demasiado, bajó a donde su amigo de nuevo.
 - ¿Ya? -preguntó él.
 - Ya. Vamos, venga, antes de que cambie de idea.





HOOOLA, HOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLA.
Bueno, aquí tenéis el primer capítulo de la fic de Liam y esas cosita.s Siento no haber subido antes pero nada de lo que escribía me gustaba, de hecho este capítulo tiene 100000000 versiones diferentes jajajaja. Bueno, pues espero que os guste y que me sigáis leyendo jijji.
Un besitooooo <3

PD: Quien quiera que lo/a avise por twitter que me deje su twitter en un comentario, porfi :)

jueves, 27 de septiembre de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 45.


 - Sam.
 - Mmm... -contestó revolviéndose en su asiento.
 - Saaam, hemos llegado. ¡Despierta!
 - ¡¿YA?!
 - Sí, ¿no has escuchado el aviso de los cinturones? Venga, abróchatelo.
Había viajado miles de veces en avión, pero no sabía si era por los nervios o por qué, pero aquellos pocos minutos que tarda el avión en aterrizar se me hicieron casi tan eternos como el vuelo.
 - ¿Y ahora? -me preguntó Sam ya con las maletas en la mano.
 - Ahora solo te queda rezar para que Harry no esté con otra o no quiera volver conmigo, y pueda dormir en su habitación y tú a solas con Louis.
 - ¿Qué pasaría si llegas tarde? ¿Eh?
 - Pues que dormiría entre Louis y tú. -contesté sacándole la lengua.
 - No, ¿eh? ¡Me niego!
 - ¡Pues reza!
Escuché como empezaba a hablar en un tono casi inteligible mirando al cielo.
 - ¿Qué haces? -pregunté riendo.
 - ¡Rezar!
Las dos estallamos en carcajadas y nos acercamos a la acera para parar un taxi.
Nada más subirnos, Sam le entregó al taxista la dirección del hotel donde se hospedaban los chicos y comprendí que mi suerte ya estaba hechada.
 - Sam...
 - ¿Qué?
 - ¿Y si Harry no quiere saber nada de mí igual que hice yo todo este tiempo?
 - ¿En serio crees que ha cambiado de parecer en un par de días? No seas tonta.
Sonreí ante aquella respuesta, pero no pude tranquilizarme y a medida que nos acercábamos al hotel, mis nervios aumentaban considerablemente.
 - Bien, aquí es. -dijo el taxista interrumpiendo mis pensamientos.
Una vez entradas en el hotel, solo nos quedaba convencer al encargado de que nos dejara subir a la habitación sin avisarlos, lo cual resultó una tarea bastante complicada para Samantha.
 - ¡Pero que le estoy diciendo que no soy ninguna fan!
 - ¿Y como puede confirmarme eso? -insistía el encargado.
Mientras los escuchaba discutir, se me ocurrió la brillante idea de llamar a mi tío para que hablara con alguien que estuviera en el hotel con los chicos, y así fue, en menos de 5 minutos uno de los guardaespaldas de los chicos se acercó al encargado y éste nos dejó pasar.
El guardaespaldas nos acompañó hasta la planta de los chicos y nos comunicó que estaban los 5 en una habitación reunidos, pero que podíamos entrar sin ningún problema.
 - ¿Y ahora? -preguntó Sam frente a la puerta.
 - Ahora entrarás como si yo no estuviera aquí, los saludarás a todos y le dirás a Harry que el encargado te pidió que le dijeras que bajara a recepción.
Esa era mi idea, que Harry no tuviera tiempo a reaccionar ni a pensar si quería verme o no. No quería imaginarme que se negara a salir y tuviera que volver a casa sin verlo.
Sam se acercó a mí y me abrazó antes de entrar.
 - Suerte. -susurró.


NARRA HARRY.
Llevábamos toda la tarde en aquella habitación discutiendo cosas sobre la gira, hasta que de repente, la puerta se abrió y una figura para todos conocida entró tirándose sobre Louis.
 - ¿Qué haces aquí? -preguntó este sorprendido.
 - ¿No te alegras de verme? -fingió ella enfado.
 - Estás loca... -susurró él antes de besarla.
Ver aquello solo podía recordarme lo estúpido que había sido perdiendo a Gabriella e imaginarme lo feliz que sería si en vez de Louis, fuera yo, y en vez de Samantha, fuera ella.
Samantha nos saludó a todos nos explicó que esa semana no tenía clases y que había decidido pasar tiempo con Louis, y justo en el momento en el que le iba a preguntar por "ella" me interrumpió.
 - Ah, Harry, es verdad. El encargado me pidió que bajaras cuando subía.
 - ¿Yo? -pregunté confuso.
 - Sí, ¿qué has hecho ya?
Me levanté sin entender nada y me dirigí hacia la puerta. ¿Qué podía querer aquel hombre de mí? No entendía nada, pero salí al pasillo y llamé al ascensor, y justo en ese momento escuché aquella voz a mis espaldas.
 - ¿Así recibes a tus visitas, Styles?
Me giré y allí estaba ella, tan perfecta como siempre apoyada en la pared, y mirándome con una ceja levantada y un preciosa sonrisa dibujada en su cara.
 - ¿Gab...-no me dejó terminar, noté como sus brazos se entrelazaban en mi cuello y su olor invadía mis fosas nasales.
 - ¿Todavía me quieres? -susurró en mi oído.
 - Más que a nada en este mundo. -la abracé más fuerte.
 - Pues no me sueltes nunca, por favor.
 - No lo haré. Esta vez es para siempre.
Nuestros labios se volvieron a unir y esta vez estaba seguro de que no iba a permitir que nada ni nadie nos separara, que no iba a permitirme volver a perderla de nuevo. Esta vez era para siempre.
 - Te quiero, Gabriella.



FIN.


PD: Quien quiera que la/o avise cuando suba capítulo de la de Liam que me avise comentario (diciéndome su twitter) o por mención. Besoos :)

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 44.


Una vez aclarado todo con Matt, solo quedaba saber qué iba a hacer con Harry. Llevaba todo el fin de semana pensando en ello, dos días seguidos y todavía no había sacado ninguna conclusión clara.
Era miércoles y para mi suerte hoy no tenía clase, podía pasarme todo el día viendo películas o salir de compras.
Me levanté con parsimonia y me dirigí a la cocina para prepararme el desayuno, y nada más entrar en ella me encontré con Sam, la cual había estado distante durante estos dos días y notaba que tenía la intención de continuar haciéndolo.
 - ¿Qué pasa? ¿Tan mal huelo? -pregunté.
 - ¿Qué? -rió.
 - No sé, llevas dos días esquivándome e intentando no cruzar palabra conmigo... Empezaba a pensar que se me había estropeado el desodorante o que debería incrementar mis duchas.
 - No seas tonta, no te esquivo...
 - Sam... ¿Qué pasa?
 - ¡Que no pasa nada!
 - ¡Samantha!
 - Te odio.
 - Gracias -sonreí falsamente- Ahora cuéntame, ¿qué pasa?
 - Que no pasa nada...
 - Está bien... Oye, ¿sabes algo de Harry? ¿Y Louis? ¿Cuando piensa venir?
Noté que empezaba a ponerse mucho más nerviosa y eso me inquietó.
 - Sam, ¿qué pasa? -pregunté acercándome- ¿qué me estás ocultando?
 - Se han ido hace poco más de dos horas.
 - ¿QUÉ? ¿Y por qué no me has avisado?
 - Porque no quería que te guiaras porque se iban para tomar una decisión.
 - ¡Pero yo quería despedirme de Louis! Bueno, de Louis, de Niall, de Zayn, de Liam...
 - De Harry...
 - Claro que no.
 - Claro que sí.
 - Que no.
 - Que sí.
 - ¡Te odio!
 - Sabes que no. ¿Qué has pensado sobre Harry estos días?
 - No lo sé... Lo quiero, pero tengo miedo de volver a pasarlo mal...
 - ¿Sabes que ese miedo solo te impide volver a ser realmente feliz? Las dos sabemos que quieres estar con Harry y que todo el mundo se merece una segunda oportunidad.
 - Pero...
 - Pero nada, Gabs. Una persona que te quiere y que intenta demostrártelo aunque tú no quieras saber nada de esa persona, lo único que demuestra es que no va a volver a cometer el mismo error y que está dispuesto a hacer todo para remediar el dolor que te pudo causar.
 - Lo sé... ¿Pero y si esta vez soy yo la que le hace daño a él?
 - Eso no puedes saberlo sin intentarlo. ¿Prefieres huir por miedo o prefieres acabar con ese miedo y disfrutar de lo que quieres? El miedo solo nos reprime y acaba con todos nuestros deseos.
 - ¿Donde está la llave del trastero?
 - ¿Para qué quieres ahora la llave del trastero? -preguntó confusa.
 - Las maletas están en el trastero. ¡No puedo irme a EEUU sin ropa!
 - ¿Qué? ¿Qué dices? ¿Como que a EEUU?
 - No voy a llamar a Harry para decirle que quiero estar con él el resto de mi vida, tendré que ir y decírselo a la cara -sonreí.
 - Estás loca. -dijo abrazándome.
 - ¿Y bien? ¿Dónde está la llave?
Me entregó la llave y me acompañó al trastero a por una de las maletas.
 - Sam, ¿quieres venir? Se me está ocurriendo una idea perfecta...
La respuesta de Samantha había sido una afirmación rotunda, y las dos pasamos el resto del día en busca de dos billetes que salieran el día siguiente y en llevar lo imprescindible para acabar la semana allí.
Aquella noche la recuerdo perfectamente. No había sido capaz de dormir más de horas seguidas y dos horas antes de la hora de salir hacia el aeropuerto, me encontraba perfectamente preparada y agobiando a Samantha para que terminara lo antes posible.
 - Ya voy, ya voy. -dijo saliendo del baño.
 - ¿Nos vamos?
 - Nos vamos.
Las dos recogimos nuestras maletas y las metimos en el coche que nos llevaría al aeropuerto.
 - Estás segura, ¿verdad? -me preguntó justo antes de subir al avión.
 - Nunca había estado tan segura de nada en mi vida.
El vuelo se me hizo eterno, no podía dejar de pensar en el momento en el que mis brazos volvieran a rodear el cuello de Harry y nuestros labios volvieran a estar en contacto. ¿Cuantas veces había imaginado que volvía a estar en brazos de Harry? Miles, pero esta vez la diferencia era que estaba segura de que volvería a pasar.










HOLA, AMOOOOOOOOOOOOORES. Como podréis imaginaros esto se acaba y tiene una explicación. Como ya sabéis, esta fic la empecé antes de verano y bueno, al estar desconectada de todo esto me está costando bastante sacarla adelante, así que lo mejor es que la acabe y empiece con la de Liam cuanto antes. Dicho esto, solo me queda añadir que entre mañana y pasado subiré el final jijijiji...
BESITOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS <3

domingo, 23 de septiembre de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 43.


 - ¿Sí? -pregunté.
 - ¿Gabs?
Era él, era su inconfundible voz.
 - Ah, hola, Harry.
 - ¿Por qué no me has contestado antes?
 - No me enteré, estaba cenando con Sam.
 - Ah...
Los dos nos quedamos unos segundos en silencio, un silencio incómodo que ninguno de los dos se atrevía a romper, pero que si continuábamos manteniéndolo estaba segura de que nuestros teléfonos acabarían explotando.
 - Y dime, ¿qué querías? -pregunté.
 - Había dicho que te llamaría esta noche para hablar, pero he estado cuidando de Louis.
 - Ah...
 - ¿Y tú qué has hecho?
 - He estado con un...amigo...
 - ¿Un amigo?
 - Sí.
 - ¿Tú amigo se molestará si te vuelvo a pedir que quedemos para hablar?
No sabía qué contestar a esa pregunta, pero por suerte las maldiciones de Louis y los gritos llamándolo me salvaron.
 - Cuida de Louis, ya hablaremos. Buenas noches, Harry.
Colgué sin darle oportunidad a despertar y me dispuse a salir de mi habitación para darme una ducha y aclarar todas las ideas que se amontonaban en mi cabeza.
 - ¿Por qué juegas con él? -me preguntó Sam apoyada en la pared.
 - Sam...
 - No, Gabriella, entiendo que te haya hecho daño y que sigas dolida, que tengas miedo a volver a pasarlo mal, pero no puedes jugar con él y con Matt. Tienes que escoger y ser sincera con los dos. -Sin decir nada me abrazó y me susurró: - Siempre voy a apoyarte en todo lo que hagas, pero esta vez deberías hacerme caso y hacer lo que te pido.
 - Gracias, Sam.
A la mañana siguiente me levanté para ir a la universidad, no podía seguir faltando o perdería los puntos de asistencia.
Cogí mi abrigo, metí mi portátil en el bolso y cogí una bufanda para protegerme del frío que invadía Londres aquella mañana.
Nada más llegar a la puerta del edificio me encontré con Matt.
 - ¿Qué tal? -preguntó colocándose a mi lado.
 - Bien... Oye, ahora tengo que ir a hacer un trabajo a la biblioteca. ¿Te apetece que quedemos para comer y así hablamos sobre lo de ayer?
 - ¿Has tomado ya una decisión?
 - Sí, pero mejor lo hablamos después.
No dejé tiempo a que contestara y salí corriendo hacia la biblioteca.
El tiempo pasaba demasiado rápido, ya casi era la hora de comer y yo todavía no sabía que iba a decirle exactamente a Matt. Pero sabía que no era con él con quien quería estar.
Recogí mis cosas y salí a buscarlo, pero me llegó un mensaje justo en ese momento: "Te espero en la cafetería, no tardes. xx"
Me armé de valor y salí hacia allí, y nada más entrar, pude verlo sentado en una de las meses del fondo.
 - ¿Y bien? ¿De qué querías hablarme? -preguntó de camino a la barra.
 - Verás...
 - Has tomado una decisión y yo no estoy en tus planes.
Que lo dijera así, tan rápido y sin titubear, con tanta seguridad y con tanto acierto, me desconcertó.
 - ¿Qué? -pregunté.
 - No hace falta que me des un discurso sobre que soy un chico genial, que muchas querrían estar conmigo, que no es mí si no que es por ti y que quieres a...¿Harry?
 - Pero, ¿por qué dices eso?
 - Porque es obvio, no me miras más que como a un amigo... Pudiste dudar ayer y lo sé, sé que por un momento pensaste que podría ser el que te hiciera olvidar a Harry, pero algo pasó cuando volviste a casa porque vuelves a mirarme como me mirabas antes del beso.
 - Yo..., lo siento...
 - No tienes nada que sentir, no eramos nada y ninguno de los dos sentía algo fuerte por el otro.
 - Entonces... ¿amigos?
 - Amigos. ¿Como amigo te puedo invitar a comer a otro sitio? -dijo mirando con cara de asco la comida que había en los recipientes de la barra.
 - Sí, por favor. -reí.



Mañana más!! :)

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 42.


En apenas un par de horas mis intenciones con Matt habían cambiado. No podía engañarme y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien en una tarde tan simple con un chico normal. Un chico que no tenía a millones de chicas detrás, un chico con el que no tenía que escapar de cientos de periodistas que solo buscaban un par de fotos con las que desatar el caos entre las fans...
Mientras en mi cabeza se amontonaban un montón de pensamientos confusos, noté que nuestros labios se juntaban y para mi sorpresa, no tenía ganas de pararlo, pero no quería jugar con él, tenía que decirle la verdad.
 - Matt -dije apartándome levemente.
Él se separó por completo y me miró interrogante.
 - Yo..., yo quiero que sepas la verdad. No quiero hacerte daño. -continué.
 - ¿Qué verdad?
 - ¿Recuerdas la noche que te conocí? Esa noche salí con el único propósito de olvidarme de mi ex, de vengarme de él. Ese día me enteré de que volvía a Londres y no sé por qué, pensé que saliendo y emborrachándome, me vengaría de él, pero apareciste tú y por primer vez en mucho tiempo me sentí a gusto con un chico.
 - ¿Puedo saber por qué terminásteis?
 - Verás..., ¿tienes algún periódico de los últimos días?
Me miró confuso y fue en busca de ellos a la cocina.
 - ¿Estos te sirven? -dijo entregándomelos.
Busqué entre las noticias y enseguida encontré una noticia de ellos.
 - ¿Te suenan? -dije mostrándoselo.
 - Ah, sí, no dejan de salir estos días en la televisión. ¿Por qué?
 - Gracias a ellos yo estoy aquí. Yo vivía en Estados Unidos, pero entre Louis y Niall convenciern a mi tío de que pudiera venir aquí. Yo en un principio odiaba a este -señalé a Harry-, pero con el paso del tiempo las cosas cambiaron y..., bueno, acabamos juntos.
 - ¿Él es tu ex?
 - Sí. Estuvimos juntos un tiempo, pero cuando les salió una gira por América, él decidió dejarme porque supuestamente no cree en las relaciones a distancia, pero ha vuelto y me ha dicho que no puede olvidarme y que me echa de menos, pero yo no sé si quiero volver a intentarlo y volver a pasarlo mal... Y no quiero hacerte daño.
 - ¿Me estás pidiendo que me aleje?
 - No lo sé, Matt...
 - Tienes dos opciones: Pedirme que me aleje y yo lo haré sin ningún problema, o dejarme que intente ayudarte a olvidarte de él.
 - ¿Y si no lo olvido?
 - Si no puedo ayudarte a que te olvides de él, me resignaré y me apartaré del camino de Harry. Tú decides.
 - Esta noche quiere verme y hablar conmigo.
 - Pues esta noche vas, hablas con él y mañana me dices cual es tu decisión.
 - ¿Estás seguro de que quieres ayudarme a que lo olvide?
 - ¿Por qué no? Eres una chica increíble y me gusta estar contigo, y creo que a ti tampoco te molesta estar conmigo.
 - Gracias... -dije hundiendo mi cabeza en su pecho.
Al poco rato, salí de casa de Matt y marqué el número de Harry 1, 2, 3 tonos...
 - ¿Sí? -escuché la voz de una chica e inmediatamente colgué.
¿Como podía ser tan tonta y esperar que Harry había cambiado?
Continué caminando y a medida que pasaba el tiempo la noche iba cayendo sobre las calles de Londres, mientras yo caminaba con las manos en los bolsillos del abrigo, pensando en lo tonta que había sido planteándome alejarme de Matt por unas cuantas palabras vacías de Harry.
Llegué a casa y para mi sorpresa Samantha estaba allí.
 - ¿Qué haces aquí? -pregunté.
 - Vivo aquí, ¿recuerdas? -bromeó Sam.
 - Pensé que Lou seguiría enfermo y te quedarías a cuidarlo.
 - No, está mucho mejor y Harry me dijo que se quedaría cuidándolo.
 - ¿Harry cuidándolo? ¿Cuando?
 - Pues hace menos de una hora, ¿por qué? ¿Pasa algo?
 - ¿Harry ha cambiado el número?
 - Pues la verdad es que no lo sé, ¿por qué?
 - ¿Y Louis?
 - No, él no.
Saqué mi móvil del bolsillo y marqué el número de Louis.
 - ¿Gabs? -escuché al momento.
 - Lou, ¿Harry está contigo?
 - Sí, ¿quieres que te lo pase?
 - No, no hace falta, solo quería saber eso. Buenas noches, Lou.
Colgué antes de que pudiera contestarme y noté como la mirada de Sam continuaba clavada en mí.
 - ¿Qué? -pregunté.
 - ¿Se puede saber qué ha sido eso?
 - Una tontería.
Sam se levantó y entre las dos preparamos la cena, me contó cosas que le había contado Louis y al terminar de cenar, me encerré en mi habitación, cogí el móvil y vi 3 llamadas perdidas de un número que no conocía, y justo en ese momento el mismo número volvió a llamar.


Bueeeeeeeeeeeeeeeeeno, parece que he vuelto...JAJAJA ha sido todo gracias a que @Zaynswishes me ha pasado el link y vi todos los comentarios de la última entrada y bueno, me entraron ganas de escribir.
Pues eso, es cortito y bastante cutre, pero ahora seguiré subiendo más a menudo.
Besitos a todas y gracias por seguir entrando :)

martes, 19 de junio de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 41.


 - ¿Niall? -me giré.
 - Shhh, no grites.
Llevaba tanto tiempo sin verlo que no pude reprimir las ganas de abrazarlo.
 - No has venido a verme. -me reclamó.
 - Y tú a mí tampoco...
Nos dimos cuenta de aquel no era el mejor sitio para ponernos al día de todo lo que había pasado y nos dirigimos a alguna cafetería donde pudiéramos estar tranquilos.
 - ¿Qué vas a tomar? -me preguntó.
 - Un café caliente estaría bien.
Se levantó a pedir en la barra y volvió con dos tazas de café.
 - ¿Y qué tal te ha ido por allá? -pregunté.
 - Bien, hay muchas chicas guapas, las fans se vuelcan muchísimo con nosotros, pero no sé... No es lo mismo que estar en casa, hecho mucho de menos todo esto, os echo de menos a todos vosotros...
 - Pero, ¿cuando volvéis definitivamente?
 - No lo sé, me gustaría saberlo... Pero no lo sé, se supone que podremos volver cada vez que tengamos descansos en la gira para ver a la familia. Pero bueno, ¿y tú? ¿qué tal por aquí?
 - Yo..., pues no sé, como siempre. Estudiando y esas cosas.
De repente su móvil comenzó a sonar, miró la pantalla y se puso nervioso.
 - ¿Sí?... Sí...,vale...
 - ¿Qué pasa? -pregunté.
 - No, nada, voy al baño. Ahora vengo.
Se levantó y me dejó sola en aquella mesa, pero en seguida comprendí el por qué de su comportamiento. Había sido una encerrona. Una cabellera rizada se asomaba por la puerta y sí, era Harry.
 - ¿Qué haces aquí? -pregunté lo más calmada posible.
 - De algún modo tengo que conseguir que me escuches.
 - Creo que ya sé todo lo que necesito saber. Recuerdo que me dijiste: "No creo en las relaciones a distancia."
 - Lo sé y fui un idiota por decírtelo, pero déjame que te lo explique todo. No es tan fácil, ni tan simple como eso.
 - Tienes exactamente el tiempo que tarde en acabarme este café. -dije señalando la taza.
 - No, déjame explicártelo esta noche. Ahora tengo una entrevista.
 - No, Harry, no voy a dejar que me lo expliques esta noche, no voy a dejar que aparezcas con tu sonrisa de siempre y lo arregles todo con un "perdón" y un "te quiero". No son tan fáciles las cosas.
Me levanté sin dejar que contestara y salí de aquel local.
Aquel juego se estaba haciendo realmente difícil para mí, fingir que no me importaba lo más mínimo y que no me moría por perdonarlo y volver a probar aquellos labios, era realmente un calvario. Pero no podía dejárselo tan fácil, conocí a Harry y tenía que probar que realmente quería que lo perdonara.
La siguiente parte del plan sería dejarle completamente claro a Matt que lo único que quería de él era una amistad, no quería nada más y esperaba que lo comprendiera.
Marqué su número y esperé, 1, 2, 3 tonos...
 - ¿Gabs?
 - Matt, ¿podemos quedar?
 - Sí, claro. ¿Estás en casa?
 - No, estoy al lado de la tuya. ¿Voy para ahí y me esperas en la puerta?
 - Sí, perfecto.
Me encaminé hacia su portal y cuando estaba llegando pude ver como salía y se apoyaba en la puerta.
 - ¿Esperas a alguien? -pregunté.
 - Sí, pero creo que me ha dejado tirado...
 - Tonto. ¿A dónde quieres ir?
 - No sé, está a punto de ponerse a llover. ¿Quieres entrar?
Por un momento dudé, que me llevara a su territorio haría más difícil mi escapatoria, pero por otra parte, miré al cielo y comprobé que tenía razón, de un momento a otro comenzaría  llover.
Se hizo a un lado y me dejó pasar.
Había ido hasta allí muchas veces, pero nunca me había dejado pasar, era una casa acogedora, pequeña y decorada de una forma que a simple vista parecía muy especial.
 - ¿Te gusta? -susurró a mis espaldas.
 - Es preciosa. -contesté embelesada.
 - Me llevó varios años de ahorros conseguir que quedara así. Está decorada como siempre soñé que fuera mi casa.
Punto a favor de Matt, era la persona más humilde y cuidadosa que había conocido en años.
No sé por qué motivo, pero los dos acabamos en el sofá muertos de risa cada uno con un mando de la Play.
 - Estás haciendo trampas. -dijo extremadamente cerca.
 - ¿No sabes perder? -pregunté a la misma distancia.
 - No me gusta darme por perdido.
 - No deberías hacerlo...


Es cutre, lo sé ><.
Beeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeesitos :)

PD: Gracias por las más de 100.000 visitas, sois amor :')

domingo, 17 de junio de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 40.


- Sí, puedes Harry, te recuerdo que fuiste tú el que lo mandó todo a la mierda antes de irte.
Me separé de él y fui a colocar los hielos en la cocina.
Volví al salón y él seguía allí parado sin haber movido un solo músculo, pero al verme en la puerta de la cocina, cogió la bolsa con la ropa de Sam y se encaminó hacia la puerta sin decir nada.
 - Lo siento. -dijo antes de cerrar la puerta.
Me quedé parada apoyada en la puerta sin saber qué hacer, ¿por qué había vuelto? ¿Por qué me había dicho aquello? No sabía si dejar a un lado todo lo que había pasado y salir corriendo detrás de él, o hacer como si todo lo que había ocurrido aquella mañana fuera un simple sueño. Nada importante.
Decidí optar por la segunda opción y coger algo para bajar la fiebre, y volví a mi cama y me tumbé a ver la televión. Las horas pasaban y yo no podía quitarme a Harry de la cabeza, miraba todo y nada en la televión, pero él no salía de mi cabeza.
Mi móvil comenzó a sonar, era Samantha.
 - ¿Sam?
 - ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás en casa? Ayer no saliste...
 - Me encontraba mal, tenía fiebre y alguien tenía que defender la casa de intrusos... -reí amargamente.
 - Lo siento... No pensaba que fueras a estar...
 - No pasa nada, ¿qué tal está Lou?
 - Está mejor, lleva todo el día durmiendo. ¿Quieres que lo lleva para ahí y os cuido a los dos?
 - No, que va, no pasa nada. Cuídalo a él que vas a tardar más en volver a verlo.
 - ¿Estás segura?
 - Que sí, anda, no seas pesada. ¡Pasadlo bien! Y protección, por favor.
 - Ja-ja-ja qué graciosa... Cuídate, anda.
Colgué y a los diez segundos mi móvil volvió a sonar.
 - ¿Qué quieres ahora, Sam?
 - No soy Sam...
 - ¿Matt?
 - Exacto. -rió.
Era justo la llamada que necesitaba en aquel momento.
 - ¿Qué haces? -preguntó.
 - Ver la televión, o bueno, intentarlo. Me estoy muriendo.
 - ¿Y eso?
 - Es que tengo fiebre...
 - ¿Ah, sí? Ahora mismo voy a cuidarte y no acepto un "no" por respuesta.
 - Está bien, te espero. -reí.
Intenté cambiar un poco de aspecto, pero aquello fue imposible, mi cara de moribunda era imposible de cambiar.
Al poco rato sonó el timbre.
 - ¡Ya voy! -grité. - Qué rápido has llegado...
 - He traído películas, palomitas y refrescos. -dijo mostrándome las bolsas.
 - ¡Oh! ¡Genial!
Me hice a un lado y pasó hacia el salón.
 - Iré a por mantas, ahora vengo.
Cogí un par de mantas y volví al salón donde vi que Matt ya lo tenía todo preparado y me miraba con una gran sonrisa.
Me acomodé a su lado y le estreché la otra punta de la manta con la que me había tapado.
Empezamos a ver películas y cuando llegó el momento de las de miedo, me acurruqué a su lado y empezó a reírse.
 - ¡No te rías! Si siguiéramos viendo las de risa no tendría por qué esconderme...
 - Si quieres no la vemos...
 - No, no, quiero verla.
Le dio al play y cada 5 minutos escondía mi cabeza en su pecho y él no dejaba de reírse, pero en algún momento me quedé dormida ya que lo siguiente que recuerdo fue despertarme en mi cama envuelta en mis mantas.
Palpé cuidadosamente mi mesilla de noche con cuidado de no tirar nada y por fin encontré mi móvil, lo desbloqueé y vi un mensaje en el WhatsApp de Matt: "Buenas noches, dormilona. Te has quedado dormida a la mitad de la película y no quería despertarte. Un beso", cerré la conversación y sin quererlo, o queriéndolo tal vez, abrí una conversación con Harry y vi: "En línea."
 - ¿Le hablo? No, Gabriella, claro que no le vas a hablar. ¿Por qué no? Podemos ser amigos... Sabes que no, que no podemos ser amigos. ¿Qué hago hablando sola? Oh, dios...
Me levanté y me dirigí a la cocina a por algo para desayunar, por lo que veía Samantha no tenía pensado aparecer hoy tampoco por casa, así que decidí abrigarme y salir a dar una vuelta.
Comencé a caminar por las calles frías de Londres, era un día gris, algo que coincidía perfectamente con mi estado de ánimo.
Después de un rato caminando, me encontré frente a una tienda de periódicos y revista, y tuve el impulso de buscar cualquiera en la que saliera Harry. Empecé a revisar entre los montones de revistar y por fin encontré una: "One Direction vuelve a Londres y nos dedican unos minutos". Abrí rápidamente aquella revista en busca y fotos y cuando encontré una, mis ojos los revisaron a todos. Todos estaban mucho más guapo, pero había algo en Harry cambiado. Su sonrisa no era la misma.
 - Salgo guapo, ¿verdad? -escuché a mis espaldas.

viernes, 15 de junio de 2012

Mi pesadilla. Capítulo 39.


NARRA HARRY.
Grité su nombre, fue como un impulso que no pude controlar, fue como si otra persona se hubiera apoderado de mi cuerpo en aquel momento y gritara por mí.
Por un momento temí que me pudiera haber visto, así que huí, salí corriendo una vez más.
Hoy era el segundo día en Londres, me había propuesto esquivarla hasta que volviéramos a EEUU, así que me dedicaría a asistir a las entrevistas y reportajes.
Salí de mi dormitorio en dirección a la cocina para desayunar algo y me encontré con Louis y Sam en el sofá del salón, Louis dormía sobre el regazo de Sam y ella miraba la tele mientras acariciaba su pelo.
 - Buenos días, ¿no se supone que dormiríais en tu casa? -pregunté.
 - Sí, pero se encontraba mal y vinimos aquí.
 - Ah, bueno, voy a desayunar. ¿Quieres algo?
 - Un café no estaría mal...
Entré en la cocina y me preparé mi desayuno y el café de Sam, se lo llevé y me senté a ver la televisión con ellos.
 - ¿Está bien? -pregunté.
 - Sí, solo tiene un poco de fiebre.
Sonreí.
 - No, Louis no, Gabriella...
 - Ah... No lo sé, se comporta de una forma extraña, sale de fiesta casi todas las noches y el resto del tiempo lo pasa en la biblioteca estudiando.
 - Ah...
 - Oye, ¿me puedes hacer un favor? -asentí- ¿puedes ir a mi casa y cogerme algo de ropa para un par de días? Es que si me muevo se despierta.
 - Pero...
 - No, ella no estará, tiene clase hasta el mediodía.
 - ¿Estás segura? -repetí.
 - Te lo juro.
 - Iré a cambiarme entonces...

NARRA GABRIELLA.
Un rayo de sol atravesó repentinamente mi ventana haciéndome esconder la cara en la almohada.
 - Mierda... -susurré.
Mi cabeza me avisaba de que en cualquier momento iba a explotar, lo extraño es que la noche anterior no había salido, si no que me había pasado la noche buscando y viendo entrevistas de los chicos, para cerciorarme de que no me había vuelto loca y que la voz que había gritado mi nombre había sido la de él.
Me removí entre las sábanas y al dolor de cabeza se le sumó una serie de estornudos.
 - No me jodas...
Me levanté lentamente y me dirigí a por algo caliente a la cocina, pero cuando estaba llegando a la puerta escuché como la puerta de la entrada se cerraba.
 - ¿Sam? ¿Pero esta chica no estaba en casa de Louis? -susurré.
Abrí lentamente la puerta y pude ver como una sombra se movía por el pasillo, pero estaba segura de que no era la sombra de mi amiga.
Cerré sin hacer ruido la puerta y me giré para buscar algo en mi habitación  con lo que defenderme, y tras buscar bastante, encontré un bate de béisbol de un disfraz que había utilizado para una fiesta.
Volví a la puerta y esta vez la abrí con decisión, fui a la cocina, la revisé con la mirada y no vi a nadie, comencé a caminar por el pasillo y volví a escuchar ruidos, pero de la habitación de Samantha.
Entré decidida y al escucharme, se giró, lo golpeé y bueno...
 - ¡AAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!
 - ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!
 - ¿HARRY?
 - ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHH!
Con la emoción del momento le había golpeado en el ojo y no dejaba de gritar como una niña pequeña, mientras se protegía.
Lo arrastré hasta el salón y saqué una bolsa de hielos para curarlo.
 - ¿Se puede saber qué haces aquí? Y lo más importante, ¿por qué has entrado como un ladrón?
 - ¿Qué? No entré como un ladrón, pensé que no había nadie, eso me había dicho Samantha.
 - Ah, ¿me estabas esquivando? -le apreté el ojo con los hielos.
 - ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!
 - Lo siento, se me ha ido la mano. -sonreí cínicamente.
 - No, pero pensé que no te haría gracia verme en tu casa... Y por lo visto, no te la ha hecho.
Volví a apretar.
 - ¡AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!
 - ¿Puedes dejar de gritar como una niña?
 - ¿Puedes dejar de apretar cada vez que digo algo que no te gusta?
 - Eso es mentira, yo no estoy haciendo eso.
 - Ya, claro...
 - ¿Me estás llamando mentirosa?
 - ¿Me estás llamando nenaza?
 - Olvídame. -dije levantándome.
 - No puedo.
Me agarró una mano y se levantó del sofá atrayéndome hacia él.