sábado, 7 de enero de 2012

Un sueño de navidad. Capítulo 8.

- ¿Mery? ¿Piensas contestarme?
- Me he perdido.
- Sabes que no te has perdido, has venido muchas veces caminando hasta aquí.
- Yo que sé, me puse a pensar y sin querer llegué hasta aquí.
- ¿Sin querer? Qué casualidad...
Lo miré y unas ganas tremendas de tirarme sobre él se apoderaron de mí, pero reaccioné empujándolo.
- ¿Qué haces? ¿Por qué me empujas?
No articulé palabra, comencé a correr sin dirección, solo quería alejarme lo más rápido de allí. Pero como era de suponer, él me estaba siguiendo.
- ¡Mery! ¿Quieres pararte? -escuché.
No hice caso, seguí corriendo, incluso podría jurar que cada vez iba más rápido, pero no tardó en alcanzarme y en agarrarme del brazo para que parara.
- ¿Se puede saber que haces? ¿Por qué me empujas? ¿Por qué corres? ¿Por qué escapas de mí?
Mi respiración seguía agitada y tenerlo delante no me ayudaba, una fuerza interior me hizo soltar todo lo que pensaba de golpe.
- ¿Quieres saber que me pasa? ¿En serio?
- Sí, me gustaría saberlo.
- Me pasa que llegaste a mi vida hace un mes y medio, me pasa que desde el primer momento en que te vi, aquel día que choqué contigo, no puedo dejar de pensar en ti, en tu sonrisa y tus ojos, no puedo lo intento pero no puedo.
En su cara se dibujó una sonrisa, una sonrisa que lo hacía más adorable de lo que ya es.
- ¿Por qué lo intentas? Nadie de te ha dicho que tengas que hacerlo.
- Lo hago porque desde el momento en el que me enteré de que eras famoso, supe que nunca podría tener nada contigo, porque sois todos iguales y yo no soy una fan más que va a dejarse camelar por su ídolo.
- Mery, ¿quieres parar? Tú para empezar no eres una fan.
- Me da igual.
- No me da igual, ¿sabes por qué me llamaste la atención? Tú no eres una más...
- Eso dices ahora, ¿y sabes por qué lo dices? Porque no quiero nada contigo, en el primer momento que flojeé, dejaré de tener gracia para ti.
- No Mery, no es así. Eres diferente en todos los sentidos, me tratas como si fuera un chico más, te da igual todo mi dinero y toda mi fama, es decir, no quieres obtenerla tú también.
- Sería lo último que desearía.
Se quedó callado y empezó a reírse, y yo, lo miré con desconcierto.
- ¿Qué? ¿Qué tiene tanta gracia?
- Tu cara.
- Oh, ¿Qué pasa? ¿Ahora soy una payasa?
- No, no es eso, eres muy gracioso cuando estás enfadada.
- No estoy enfadada, Niall.
- Claro que lo estás, deja de intentar llevarme la contraria en todo.
- No te intento llevar la contraria en todo, no es culpa mía que siempre tenga la razón.
- ¿Sabes qué? Vete y déjame en paz, ¿no te estaban esperando tus amiguitas?
Se giró y comenzó a caminar. Cierto, mis amigas me estaban esperando, pero obviamente no quería que se enfadara conmigo, así que comencé a seguirlo y tiré de su brazo.
- Niall, no te enfades. Lo siento...
Él se giró y se estaba riendo.
- ¿Ves? No puedes soportar perderme, acéptalo ya.
- ¿No te cansas nunca?
- ¿De qué?
- De actuar como un niño pequeño.
- No, es divertido. ¿Has probado a hacerlo tú alguna vez?
- No tengo...
- Tiempo para eso, ¿cuantas veces te escuché decir eso desde que te conozco?
- Es que es cierto...
- ¿En serio? Si consigo que tengas tiempo, ¿aceptas venir conmigo a donde yo te lleve?
- Inténtalo, no es tan fácil...
- Déjame a mí, y ahora, no te retendré más tiempo. Ve con tus amigas.
Besó mi frente y volvió por donde habíamos llegado corriendo. Después de unos segundos. que malgasté parada en la calle sonriendo, paré otro taxi y me subí.
- ¿A dónde la llevo?
Le dije la dirección, esta vez sí, de Molly y me puse a mirar las calles de Londres iluminadas por la noche.
Después de varios minutos de distracción, llegué a mi destino y bajé.
- ¿Sí?
- Soy Mery, ábreme.
Molly abrió la puerta y subí hasta su piso.
- ¿Qué ha pasado?
- Ven pasa..., Kate está esperándonos en el salón.
Las dos entramos en su casa y llegamos hasta el salón.

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