Capítulo 127.

- ¿Que vas a hacer ahora? Solo tenéis 18 años...
Sí, en efecto, había dado positivo...
- No lo sé Ariel, no lo sé..., de momento no puedo contárselo a Harry...no soy capaz...
- Callándotelo no vas a conseguir nada -dijo Helen.
Por una parte, Helen tenía razón, tarde o temprano tenía que contárselo a Harry pero, tenía miedo de su reacción...
- No sé que voy a hacer...¿podemos bajar? Necesito distraerme.
Las tres bajamos a donde los chicos pero, mi expresión seria dejaba entrever todo el miedo que tenía dentro en esos instantes. Harry lo notó.
- ¿Estás bien? -dijo susurrándome al oído mientras me acercaba a él.
- Sí, claro, no te preocupes.
Forcé una sonrisa y comencé a hablar, tenía que disimular si no, Harry se daría cuenta de que algo pasaba y no, ese no era el momento para contárselo.
Pasaron varios días y una mañana, me desperté y Harry no estaba a mi lado. No le di mayor importancia por lo que cogí mi ropa y me metí en el baño a ducharme pero, una llamada me interrumpió y tuve que salir a contestar.
- ¿Sí?
- Amor, soy Harry.
- ¿Donde estás? Te has ido sin decirme nada...
- Es que me daba pena despertarte, eres tan bonita cuando duermes...
Pude escuchar un "awwwwwwww" por detrás, juro que provenía de Niall, por lo que supuse que estarían los cinco juntos.
- ¿Donde estáis?
- En la discográfica, ¿sabes? tenemos que viajar mañana a Nueva York, en un rato llegamos a casa y te contamos todo.
- Vale, está bien, aquí os espero.
Los chicos se iban de viaje a Nueva York, no podía dilatar más el momento así que, decidí que cuando llegaran se lo contaría a los cinco, tenía miedo de contárselo a solar a Harry...así, por lo menos, podría ver la reacción de los cinco y no me asustaría tanto con la de uno solo.
Terminé de ducharme, me vestí y me sequé el pelo. Desde que sabía que estaba embarazada usaba ropa floja, me había obsesionado demasiado.
Me tumbé en la cama a esperar a que los chicos llegaran y me puse a ver la televisión. No mucho rato después escuché cerrar la puerta en el piso de abajo, así que, me armé de valor y bajé decidida a contar la verdad.
Mi mala suerte volvió, pensé que se había pero no, reapareció. Cuando bajaba las escaleras pisé uno de mis cordones mal atados y sí, me caí.
Fue una caída enorme puesto que, cuando tropecé iba por la mitad de las escaleras y estas, son bastantes. Nada más escuchar el fuerte estruendo que había producido mi caída, los chicos salieron de la cocina a ver que había ocurrido.
- Enana, ¿estás bien? -preguntó Louis.
Yo me incorporé.
- Sí, ha sido una caída tonta, nada más.
Después de pronunciar esas palabras un dolor abdominal se apoderó de mi, tanto que comencé a retorcerme de dolor.
- ¿Eh? ¿Que te pasa, cariño? -era Harry.
- El...el bebé.
Los cinco me miraron perplejos, nadie sabía de hablaba.
Pedí que me llevaran al hospital y así lo hicieron, había abortado. Por una parte sentía alivio pero, por otra, había empezado a hacerme a la idea.