lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 2.

(En el capítulo anterior, me había confundido de habitación y había entrado en la de Harry sin golpear la puerta antes)
- Uy, perdón, me he equivocado...-cuando me di cuenta de que era la habitación de Harry  y lo vi a él solo con una toalla secándose el pelo, pensé que me moría.
- No pasa nada, ¿quieres que te lleve hasta tu habitación? -dijo él con una gran sonrisa.
- Me harías un gran favor, esto es enorme...-me sentía estúpida.
- Ven, sígueme. -nunca había intercambiado más que un hola con él, estaba muy nerviosa y no entendía por qué.
- ¿Hace mucho que llegásteis tú y tu hermano?
- No, acabamos de llegar pero, se ha ido y me ha dejado sola... -dije con timidez
- ¿Sola? -se rió él- en esta casa estarás de cualquier forma menos sola.
- Cierto es...jajajaja -justo en ese momento llegamos a mi puerta y él se quedó mirando mi sonrisa embobado, me sentí incómoda...- gracias Harry, ya no te molesto más, voy a ordenar mis cosas.
- No molestas mujer, si necesitas ayuda solo tienes que golpear mi puerta, sabes donde estoy.
- Lo tendré en cuenta
Entré, y lo primero que hice fue morir de amor, era una habitación grande, muy iluminada y perfectamente decorada como la habitación que tenía en mi antigua casa, definitivamente amo a mi hermano, en la mesilla había 2 fotos, una con él mi foto favorita, salimos los dos cuando eramos pequeños y ahora más mayores y otra, de mis padres, los echaba tanto de menos...cogí la foto y se me empañaron los ojos. Llamaron a la puerta.
- Enana, ¿necesitas ayuda? -era Lou.
Me levanté de la cama y corrí a abrazarlo, desde que se murieron nuestros padres intenté no preocuparle y cada vez que me acordaba de ellos me iba de casa para que no me viera triste. No pude evitarlo.
- Enana, enana, ¿que te pasa?
- Lou...los echo de menos -dije entre lágrimas.
- Y yo cariño...siento haberte puesto con mal... -mira la foto en mi mano
- Lou, no digas tonterías es perfecto, toda esta habitación es perfecta, te quiero -lo abracé y él me levantó en el aire.
Hacía mucho que mi hermano no me abrazaba así y adoraba cuando lo hacía, me sentía protegida, como si nadie pudiera hacerme daño.
- Bueno dejemonos de cursiladas, ayúdame a sacar la ropa de las cajas, hermoso.
- Cursiladas dice...¡si te encanta cuando te trato como una niña pequeña!
- ¡Calla y ayúdame!
Estuvimos guardando mi ropa en el armario y colocando las cosas en los cajones hasta que golpearon en la puerta, era Niall.

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